Llorar, rezar o coger un fusil
Nos acercamos a la mayor zona de tensión del mundo en este momento a través de los testimonios de ucranianos residentes en España
Reportaje EP6 | El lejano sonido de los tambores de guerra
Madrid
Buena parte de los protagonistas de este reportaje nacieron en la Unión Soviética. Más tarde vieron cumplido el sueño de la independencia a la vez que el dolor de la persecución ideológica y de una pobreza que les hizo llegar hasta España. Nunca dejaron de sentir la sombra de Rusia. Jamás. "Tengo dos hijos que tienen que ir a la guerra si estalla. Cada madre tiene miedo. Siento odio. Putin es el diablo. Es muy fuerte pero si tuviera fuerzas acabaría con él con mis propias manos", confiesa Oxana entre sollozos. Esta mujer vino con la idea de estar dos años en España pero lleva 20. Cada año se renovaban las razones para seguir enviando dinero a esos dos hijos que ya le han dado nietos.
El miedo es la otra gran sombra de este conflicto, que según Maryanna a veces crece sin control como cuando su sobrina le pidió refugio en su casa de Málaga si finalmente había invasión. Pero, en ocasiones ese miedo se evapora. En su su lugar se hacen grandes otras emociones como la de dejar la empresa de reformas que ha creado, desandar los 4.000 km que le trajeron hasta Madrid, volver a Ucrania, y, -confiesa Vasyl-, empuñar un fusil sin dudarlo mientras recuerdan una y otra vez que somos nosotros, los europeos, los que nos estrenamos en una partida que se juega desde la invasión de Crimea; cuando la llamada comunidad internacional decidió resolver el asunto con unas sanciones que, recuerda Vasi Prescátch, han envalentonado a Putin: "Siempre quiere más. Si puede dar un paso, habrá un segundo... y un tercero".
La ruptura con Rusia
Todos coinciden en que el fuerte del presidente ruso es dividir. Dividir el mundo si nos colocamos frente al mapa geopolítico o las familias si reducimos la escala hasta llegar al hogar. "Las discusiones en torno a Rusia y su presencia han hecho que hermanos se dejan de hablar -apunta Maryanna-. Yo misma hace 30 años que no tengo contacto alguno con un tío mío y un primo que viven en San Petersburgo y de los que llegué a recibir incluso amenazas".
Mientras el gobierno ucraniano lanza mensajes de tranquilidad a la población, sobre todo por motivos económicos, las empresas grandes han informado ya a sus empleados sobre los planes de actuación si finalmente estalla el conflicto. Las instrucciones para el resto de la población llegan de quienes vivieron la invasión de Crimea.
Todos siguen mirando a Rusia, en realidad, nunca dejaron de hacerlo.
Toñi Fernández
Edición Hora 14, sección de reportajes, Hoy por...