Cuando la realidad supera a la ficción

Hoy os quiero hablar de lo que pasó el jueves en el Congreso, pero no voy a hacerlo como ciudadano, que no creo que le interese a nadie, sino como guionista, que tampoco creo que sea muchísimo más interesante, pero al menos me permite hacerlo casi por alusiones. Y es que llevo desde el jueves escuchando esa frase tan manida de "la realidad supera a la ficción" y me gustaría explicar por qué creo que esa comparación no es justa.

A ver, hay muchas diferencias entre ser guionista y político, pero creo que aquí la más importante es recordar que nosotros, los guionistas, sí que estamos obligados a ser verosímiles. La política española, en cambio, lo tiene mucho más fácil porque, como es real, ni siquiera necesita ser creíble.

Decir que la realidad supera la ficción es injusto para la ficción porque los guionistas no podemos permitirnos escribir un personaje como Alberto Casero. Porque si Alberto fuera una invención mía, el espectador no se la creería y cambiaría de canal inmediatamente. La única manera de te creas a un personaje así que es que no te quede otro remedio porque es real.

Por eso pienso que la realidad no sólo no supera a la ficción, sino que muchas veces la realidad es un relato tan pobre y chapucero que no funciona ni historia mala. Un ejemplo: si yo escribo un guion que se resuelve en el último momento porque el protagonista tiene que elegir entre un sí y un no. Pero se equivoca, a mí me despiden porque nadie se lo cree y yo ni siquiera puedo echarle la culpa a un fallo informático. En cambio, Alberto Casero seguirá cumpliendo sus funciones.

Esa es otra diferencia entre ser guionista y ser político.