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"Ahora somos los apestados": los trabajadores de la banca pagan el enfado de los clientes

Los empleados denuncian el nivel de crispación que viven en su trabajo porque los usuarios focalizan en ellos y no en los bancos su malestar

Cajero automático / Lifestock

Madrid

Las cosas no pasan porque sí. El enfado de los clientes con los bancos por la falta de atención a mayores y no tan mayores, no surge de la noche a la mañana, ni siquiera de un año para otro.

"Ahora somos los apestados": trabajadores de la banca pagan el enfado de los clientes

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Solo en 2021, solo en el último año, se han cerrado 3.000 oficinas y 12.100 trabajadores han ido a la calle, 100.000 en los últimos 14 años. Un goteo constante, imparable de puestos de trabajo que se amortizan. Ya no están, pero el trabajo es el mismo, porque los clientes no han desaparecido. No todo se puede hacer en un cajero, con la app, o en el ordenador independientemente de la edad que tenga el cliente.

"Lo que está pasando no lo habíamos visto nunca". Ana Usero, Isidoro Iriarte y Raquel Ruiz llevan muchos años trabajando en el sector, detrás de la mesa. "Nosotros queremos atender como hemos hechos siempre, pero no llegamos".

No llegan porque son menos, miles de salidas, pactadas con los sindicatos como reconocen, ellos son delegados de UGT, pero hay situaciones que les superan.

"Parece que se les olvida que no solo somos trabajadores, somos personas, y que donde antes éramos ocho, ahora somos seis". Pero los clientes siguen siendo los mismos.

Ellos están en medio y la presión les llega desde sus jefes que piden resultados, porque son comerciales que venden productos, es el negocio de los bancos. Pero la presión les llega y cada vez más fuerte, desde sus clientes que esperan al menos la atención por un servicio que están pagando "y no les podemos atender como siempre, como nos gustaría". "Estamos en un momento en el que casi te tienes que declarar inocente por lo que está pasando".

Del buenos días han pasado al enfado y los reproches de quienes esperan en la calle. "Abres con miedo la oficina con estrés, hay clientes en la puerta que te insultan porque ahora somos los apestados".

Porque el enfado no se focaliza en los que deciden que eso sea así, en los que toman las decisiones, los que redujeron el personal para ganar en rentabilidad, pero es a ellos a los que ahora les niegan un café. "Si tú no me das cambio a partir de las 11 de la mañana, yo no te pongo el café". "Eso está pasando, si tú me fastidias, ahora te fastidio yo". "Lo triste es que nos ven a nosotros, a los trabajadores como a los culpables, y no al sistema o la entidad" se lamentan.