Manipulación política
El comentario de Alberto Menéndez en 'La Ventana de Asturias' (10/02/2022)
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Asturias
La cercanía debería ser un valor en sí mismo a la hora de analizar la labor de los políticos. ¿Pero es así realmente? Los ciudadanos ¿examinan de verdad a sus representantes en los ayuntamientos, viendo los pros y los contras de lo que hacen?, ¿y lo hacen en profundidad? En las corporaciones locales más pequeñas e incluso medianas puede que sí. En las grandes ciudades, en términos generales, no. Por supuesto que hay vecinos que se interesan por la cosa pública municipal. Pero la gran mayoría, no. Y de eso se aprovechan los alcaldes y los concejales con poder.
Ya hace mucho tiempo que los ayuntamientos se han llenado de asesores de todo tipo, de personas encargadas por los partidos (militantes en su gran mayoría) de, sobre todo, vender un producto (quizás político, quizás no), no de ayudar a diseñar políticas o proyectos concretos dirigidos a mejorar las condiciones de vida de la comunidad. No, lo primero es buscar el rédito electoral. El bien común es otra cosa, algo secundario.
La manipulación política no distingue de ámbitos. Se da en el Estado, en las autonomías y, por supuesto, en los municipios. Para que tenga éxito debe contar siempre con la aquiescencia de otros poderes. En ocasiones parece increíble que a quienes utilizan torticeramente los resortes del poder no les caiga la cara de vergüenza.
En Oviedo, hay últimamente muchos ejemplos de esta nada ética mercadotecnia política: Palacio de los Deportes, remodelación del Carlos Tartiere, reforma del Auditorio, por poner sólo tres casos de los que tienen cabida hoy en los medios de comunicación. Pero hay un cuarto, el kiosco de la música del paseo del Bombé, en el Campo San Francisco. Que hayan pasado ya tres corporaciones locales, tres alcaldes y que el amasijo de hierros continué ahí sin solución es algo que no tiene nombre. Ahora hay que espera a iniciar las obras a que el Ayuntamiento tenga listo un plan de seguridad. ¡Qué vergüenza!