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"A mí esto no me iba a pasar, pero me tocó": el ictus es también cosa de jóvenes

Ser joven no es garantía de no sufrir un ictus y las secuelas que deja. En las últimas dos décadas el número de casos de ictus entre 20 y 64 años ha aumentado un 25%, según la Fundación Freno al ICTUS

Madrid

Hay fechas que marcan la vida, para bien o para mal. A Teresa, Daniel o Carlos, de momento fue el día que descubrieron, muy a su pesar, que el ictus no es solo "una cosa de gente mayor". Tuvieron suerte, aunque lleve un tiempo darse cuenta de ello y asumir una nueva realidad. Suerte, porque provoca la muerte de 40.000 personas al año en nuestro país y es la principal causa de muerte entre las mujeres, según la Sociedad Española de Neurología.

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Teresa Martínez tenía 19 años. El 8 de junio de 2020 era lunes. Lo recuerda "porque acabábamos de salir del confinamiento". Primer día en fase 2 y por fin abría el gimnasio. Practicando crossfit, se marea y a partir de ahí los recuerdos son difusos. Perdió la movilidad en su lado derecho y el habla. Hoy nadie lo diría escuchando el poder de comunicación que tiene.

Para Carlos Rivas, su nuevo punto de partida fue el 23 de noviembre de 2018. Era profesor de tenis, tenía 28 años y sufrió el ictus mientras practicaba Kickboxing. Deportista, sin ninguna enfermedad o causa de riesgo.

Daniel García es el mayor de los tres. Mayor pero no tanto. Ahora tiene 36 años, jugador de baloncesto y pádel, siempre le ha gustado practicar deporte. Se levantó el 7 de julio de 2020 para ir a trabajar como coordinador de actividades deportivas con chicos en riesgo de exclusión.

Tiene "un mareíllo tonto" que va a más. En urgencias le dicen que son vértigos. Vuelve al día siguiente porque no se encuentra bien y le dejan en observación. Un día más tarde le confirman que lo que parecía un mareo sin más, en realidad es un ictus. "Ahí empezó todo".

Daniel recuerda que tenía algo de sobrepeso, pero su médico le dijo que no había influido, "simplemente has tenido mala suerte". Según el informe médico, "causa inespecífica". "Yo el ictus lo conocía por Wikipedia y pensaba que era cosa de gente jubilada, pero me tocó a mí".

Vuelta a empezar

La vida cambia completamente cuenta Teresa, estudiante universitaria de Filosofía, Política y Economía. Para empezar "porque te vuelves una persona dependiente". No podía hablar, ni mover las extremidades de la parte derecha y yo era diestra". Como sus compañeros tuvo que aprender a hacerlo de otra forma. Escribir, cortar un filete con una mano, andar. Se ha matriculado de algunas asignaturas para no perder el contacto con sus compañeros, pero "no es fácil porque las secuelas cognitivas son duras, sobre todo en un ambiente universitario".

Cuando Daniel salió del hospital no andaba. El día que dejó la silla de ruedas, tardó 40 minutos en recorrer cien metros, pero lo hizo. De ser un deportista competitivo a no poder lanzar un balón a canasta. Carlos, profesor de tenis, su profesión, cambió la raqueta por la natación y sacó del cajón el título de administrativo, que le ha permitido volver a trabajar.

El dinero siempre ayuda

Los tres pasaron por el Centro de de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral en Madrid. "Tuvimos suerte" recuerdan, porque "hay pocos recursos públicos". Suerte porque se prioriza la edad para entrar en un centro público. Ser joven facilita la rehabilitación. "Pero , hay gente con sesenta años que no puede hacerlo, "no tiene la misma oportunidad aunque "el derecho a recuperar la vida debería ser igual con sesenta, con cuarenta o con treinta", coinciden

El acompañamiento psicológico es "bastante inexistente y siguen faltando muchas cosas", pero "si tienes dinero no hay problema", porque en el sector privado tienes todos los recursos a tu alcance". Pero "solo si tienes dinero, claro".

El miedo a que se pueda repetir siempre está ahí, aunque hay que aprender a vivir con ello. "Al no tener sensibilidad, con cualquier achaque piensas otra vez viene". "Es un miedo que hay que superar, aunque tarda en irse, si se va". Y de nuevo la familia como referente. Mi pareja y mi madre, bromea Daniel, me dicen piensa, respira, relájate, y lo hago"

Gracias a la Fundación Segunda Parte, han vuelto a practicar deporte, aunque en realidad es mucho más lo que les ofrece. Baloncesto, atletismo, natación, fútbol y la sensación de recuperar parte su vida, aunque hayan tenido que cambiar de deporte, dejar la raqueta o el atletismo y probar con la natación o el fútbol. Da igual, no solo porque es bueno para su salud, como para la de cualquiera, sino porque el ictus y las secuelas que deja hacen que socializar, conocer gente no sea tan fácil como antes.

Tan importante como el deporte, es el "tercer tiempo" bromean con Juanjo García, profesor de esta fundación. "El deporte les da alegría, tener un momento de ocio, de disfrutar una actividad de socializar y hacer amigos" . "Amigos, o algo más se ríen", porque una cosa puede llevar a otra

 
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