La cruda realidad sigue ahí

Valencia

Como suele ocurrir en la casa del pobre -porque, aunque el máximo accionista sea multimillonario, el Valencia es, deportivamente, un club pobre en el primer nivel-, la alegría en Mestalla ha durado cuatro días. Literalmente. La ilusión por la posibilidad latente de jugar la final de Copa se vio ayer eclipsada por un partido muy flojo en Vitoria.

No es el primero de la temporada. Sobre todo, a domicilio. Y, aunque ayer y hoy las críticas se centren en Bordalás, lo cierto es que no hay más cera que la que arde. Ayer faltaban Cillessen, Gayà, Gabriel y Alderete. Cuatro titularísimos. Más Guillamón, que se ha hecho importante. Tuvieron que descansar Hugo Duro y Bryan Gil. Carlos Soler paró al intermedio. Y la segunda unidad tiene grandes limitaciones. Musah no es pivote. Diakhaby no es fiable. Cömert viene de Suiza y le cuesta.

Esa es la plantilla que Meriton ha querido. ¿Que el entrenador pudo hacer más? Puede ser. ¿Que se equivocó no metiendo a jugadores como Foulquier? Puede ser también. Pero la responsabilidad final no es de Bordalás. Ni mucho menos.