Pasamos un día con Estrella Díaz, maestra de flores y arquitecta de bellezas efímeras durante medio siglo

Puertollano

Entrar en una floristería es ingresar en un reino frágil y perdurable, en el que los colores y las fragancias asombran los sentidos y hasta la luz se detiene a respirar profundo. Porque, por muy bonita que sea la calle en que se ubica, dentro de la floristería siempre hace mejor tiempo. Más fragante y delicado. Una instancia consagrada a la celebración de las bellezas

O eso, al menos, sucede en Díaz Floristas Estrella, en el número 7 de la calle comercial más importante de Puertollano, la Aduana. Dentro reina Estrella, con un gobierno suave y humilde que dura ya más de cinco décadas. Es temprano, pero el campanilleo de la puerta es constante. San Valentín se acerca. Aún así, sin perder la sonrisa, Estrella firma albaranes y reparte sonrisas mientras conversa con nosotros. El olor es tan profundo que, si bajamos la voz, casi podemos oír el rumor de pájaros y el agua murmullando sus cuidados a las flores.

El tiempo pasa, y quince minutos se hacen cortísimos, pero no somos los únicos. Estrella lleva 52 años, y dice que se le ha hecho muy corto. Es lo que tiene tener entre las manos bellezas fugaces, ilusiones de novia y respetos eternos a los muertos. Las cosas más importantes de la vida, según nuestra protagonista, se dicen con flores