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Así es ‘CODA’, la película revelación de la temporada que visibiliza a los hijos oyentes de familias sordas

Sian Heder dirige esta comedia dramática que ha logrado tres nominaciones a los premios Oscar. La historia es un remake de una cinta francesa que narra el conflicto de una joven que sueña con cantar y ejerce de intérprete de su familia sorda

Fotograma de 'CODA: Los sonidos del silencio' / TRIPICTURES

Madrid

Una de las tendencias en Hollywood esta temporada ha sido el remake. Directores de renombre han revisitado clásicos desde la mirada de la modernidad sin traicionar la esencia de historias de los años 50. Lo han hecho, por ejemplo, grandes producciones como el ‘West Side Story’ de Steven Spielberg o ‘El callejón de las almas perdidas’ de Guillermo del Toro. Ambas están nominadas al Oscar junto a ‘CODA: los sonidos del silencio’, un caso curioso de cine independiente que adapta una película francesa de 2014 y se convierte en todo un fenómeno. La cinta dirigida por Sian Heder arrasó en el Festival de Sundance de 2021 -es la producción más premiada de su historia con cuatro galardones- y desató una guerra entre plataformas de streaming que acabó con Apple TV+ pagando 25 millones de dólares por sus derechos.

Un año después, este remake ha aguantado toda la larga temporada y se ha hecho un hueco en los premios de la Academia de Hollywood con tres nominaciones, incluidas mejor película y mejor guion adaptado. ‘CODA’ respeta el esquema y la estructura de personajes de ‘La familia Bérier’, la comedia francesa en la que se basa, pero añade algunos elementos clave de la idiosincrasia americana. Traslada la acción de una granja a una región costera de pescadores para narrar la historia de una familia cuyo negocio atraviesa problemas por las dinámicas empresariales y regulatorias y porque necesitan que su hija permanezca junto a ellos para comunicarse con el mundo. Todos son sordos y ella ejerce de intérprete.

“Crecí en Boston, Massachusetts, y cada verano de mi infancia íbamos a Gloucester, teníamos amigos en esa zona costera del norte. Cuando era niña, la comunidad de pescadores era muy robusta, había más de 700 en el puerto, casi todo el pueblo se dedicaba a la industria de la pesca. Y conforme pasaban los años, veía cómo esa comunidad iba muriendo, todo se iba llenando de franquicias, otros negocios, cafeterías… Las familias de pescadores se enfrentaban a las grandes corporaciones y a las regulaciones para seguir trabajando. Cuando buscaba un lugar para ambientar la historia, me di cuenta de que este pueblo era bonito visualmente, tenía esa combinación de zona costera, atractiva pictóricamente y al mismo tiempo de gente obrera en apuros. Era el sitio perfecto porque además conozco a estos tipos desde pequeña, su particular sentido del humor, su energía… y además hay muchos italianos que llegaron a ese lugar para pescar”, explica la directora Sian Heder en conversación con El Cine en la SER.

El hecho de que sean sordos es uno de los conflictos dramáticos de la película, pero no el único. ‘CODA: Los sonidos del silencio’ es una ‘coming on age’ sobre el tránsito de una adolescente, un drama social sobre la decadencia de una ciudad y la pesca como oficio, una afable comedia familiar y hasta una romántica historia musical. “Para mí era importante que la sordera solo fuera un factor más para definir a los personajes, porque si cuentas una historia de un grupo infrarrepresentado tienes que ser también específico con sus historias y los personajes. La identidad de los pescadores de Gloucester, el humor, todas estas cosas crean el retrato real de la familia, identificable y universal más allá de las diferencias que puedan experimentar con la gente”, remarca la realizadora, que se dio a conocer en Sundance en 2016 con su primera cinta, ‘Tallulah’.

La actriz británica Emilia Jones es la protagonista junto a reparto de actores sordos. Le acompañan Marlee Matlin, la primera intérprete con discapacidad auditiva en ganar el Óscar, y Troy Kotsur, veterano del teatro y candidato este año como actor de reparto. La directora hizo un largo trabajo de casting, estudió lenguaje de signos y se rodeó de expertos que le asesoraron a la hora de desarrollar con autenticidad cada personaje y la relación entre ellos. “Antes incluso de empezar a escribir el guion, empecé a aprender lenguaje de signos y busqué un profesor sordo que me enseñara porque muchos de los diálogos de la película están en ese lenguaje, tenía que estar segura y familiarizada con eso. Siendo una persona ajena, tienes que hacerlo con mucho compromiso, empecé viendo a una compañía de teatro de sordos en Los Ángeles, al actor del padre lo vi en el escenario y me enamoré de él… me puse en ese lugar dentro de la comunidad y busqué colaboradores también detrás de las cámaras para traducir el guion, asesores para la escritura, en el set…”

Todos esos detalles se reflejan en la cinta donde la concepción de los planos y la disposición de los objetos está pensada para que los miembros de esa familia se puedan comunicar y el espectador entre de lleno en sus interacciones. “Tenía que asegurarme también que en cada plano se veían correctamente las manos, los signos y así leer en pantalla. También el modo en que están colocados los muebles de la casa en el salón para que fuera un espacio circular y que, al comunicarse, se les vea a todos hablando, tampoco puedes cogerlos frente a las puertas porque no escuchan cuando entran o salen… Todos estos detalles los necesitaban las personas sordas en el set y yo puse toda mi perspectiva como oyente para tenerlo bajo control”, añade.

En ‘CODA’ es tan importante esa relación con el lenguaje de signos y las barreras del mundo exterior como la relación entre sonido y silencio. La hija descubre su pasión por la música, se apunta al coro del instituto y, mientras se enamora, decide que le gustaría ir a estudiar a Boston. Sus planes chocan, en un primer momento, con la posición de dependencia de su familia. La necesitan para negociar los precios del pescado, para escuchar la radio del barco o incluso para despertarlos cada mañana. De eso también habla 'CODA', de los cuidados, de la condescendencia, de la imagen que se proyecta sobre las personas sordas. "Hay una relación importante en la película entre sonido y silencio, así que sabía que el silencio tenía que ser tan relevante en la historia como la música, tenían que ir de la mano. Mis productores musicales se encargaron de buscar las canciones del coro, el profesor que despierta en sus alumnos las ganas de cantar, encontrar toda la música pensando que hubiera un equilibrio con las escenas en lenguaje de signos”.

Ese equilibrio brinda algunos de los mejores momentos de la película. Como hacía ‘Sound of metal’, la película de Riz Ahmed en la piel de un músico que pierde la audición, Sian Heder va cambiando el punto de vista con escenas inmersivas. Mientras la hija actúa en la función del instituto, su familia contempla el silencio y solo reacciona cuando ve los aplausos de la gente. “Era importante que la banda sonora no fuera intrusiva ni manipuladora, que no tomara el control sobre los silencios. En el primer tercio de la película, no hay casi nada de música, solo la que viene de los ensayos del coro. Quería que la música siguiera siempre las emociones, es toda una misión encontrar la música perfecta que acompañe a la narrativa de la historia”, profundiza la directora y guionista.

El mosaico final es el de la una comedia dramática vitalista, luminosa y buenista que pone en el centro a sus personajes para retratar y visibilizar las dinámicas de una familia sorda frente a un mundo que no les pone las cosas fáciles. “Las películas son una herramienta increíble para crear empatía. En un mundo en el que cada vez estamos más aislados y divididos, creo que las historias son una forma de proporcionarle a la gente otras experiencias humanas que le son ajenas. En particular, si se trata de la comunidad de sordos, que están muy separados del mundo que escucha, que no los conoce ni incluso se encuentra con personas sordas. Es importante saltar esa barrera y normalizar a esta familia, que es como todas, la diferencia es más una cuestión de lenguaje”, reivindica.

‘CODA’ es un doble juego de palabras. El acrónimo utilizado en inglés para llamar a los hijos de padres sordos (Children of deaf adults) y, en este caso, también los compases finales de una pieza musical. Avalada por sus tres nominaciones a los Óscar y tres a los Bafta, la cinta se estrena ahora en España en salas de cine para demostrar que siempre hay un lenguaje para entender al otro. “Es muy emocionante cuando haces algo y estás tan centrada en el proceso que no piensas en el resto del mundo, y ahora ves cómo va creciendo, continúa expandiéndose y las reacciones por todos lados. Hay un mensaje universal en esta historia, es una carta de amor a la familia y todo el mundo se puede sentir identificado con eso. Y es increíble para mis actores, Troy Kotsur lleva luchando como actor de teatro 30 años y nunca ha tenido un reconocimiento así. Ver las nominaciones me hace llorar y saltar, es una cosa preciosa”, concluye Sian Heder.

José M. Romero

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