Vox siempre estuvo aquí

Madrid

Hubo un tiempo en el que algunos analistas sacaban pecho ante la excepción española: en todos los países europeos había formaciones de extrema derecha menos aquí. Yo en aquel entonces arqueaba una ceja escéptica: por un lado había conocido un precursor de Vox que fue PlataformaxCatalunya y por otro lado, sus discursos estaban presentes en espacio sin visibilidad pero con capacidad de influencia y difusión. Yo misma he convivido casi toda la vida con sus insultos y ataques: desde que empecé a publicar artículos de opinión en 2008 no han faltado los lectores anónimos que soltaban todo su odio en la sección de comentarios. Lo más suave que me decían era que me volviera a mi país. Unos ataques constantes que también conocen bien las feministas. No las mandan a África pero las llaman feminazis. Lo peor es que ahora ya hay alumnos de instituto repiten punto por punto todo el argumentario voxista, incluida la negación de la violencia contra las mujeres. La lluvia fina ha calado incluso en espacios que creíamos a salvo de lo que es una reacción en toda regla. Por eso no resulta nada sorprendente ni su ascenso ni su entrada en las instituciones.