El reino de las sospechas
Basta de operar con sospechas. Aporten datos incontestables. O al menos, suficientes. El presunto delito no se limpia con retórica, sino aplicando, o descartando, el Código Penal
El reino de las sospechas
Barcelona
La batalla del PP consagra el reino de las sospechas mutuas. Pablo Casado atribuye a Isabel Ayuso, mediante sugerencia, delitos de corrupción. Pero lo hace de manera oblicua, sin acusarla directamente, en forma de preguntas, de modo perifrástico: no informó, no reconoció una comisión a su hermano de 283.000 euros, yo nunca lo haría. La coartada: no la imputo, solo le pregunto si es verdad, solo digo que -si es como me han dicho- sería una falta de ética.
Exactamente igual, Ayuso atribuye a Casado, mediante sugerencia, un delito de espionaje ilegal, de atentado a la ley de protección de datos. Pero lo hace de manera oblicua, acusándole de persecución cruel e injusta, de intentar destruirla a ella y a su familia.
Basta de operar con sospechas. Aporten datos incontestables. O al menos, suficientes. El presunto delito no se limpia con retórica, sino aplicando, o descartando, el Código Penal.
Ambos dirigentes van empatados a su lucha fratricida final. Uno domina los despachos y el partido. Otra, la calle. En el desempate, alguien morirá políticamente, pero los dos quedarán heridos. Hoy, Casado gana a los puntos. El contrato del hermanísimo de Ayuso suscita más incógnitas que certezas.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas...