El Sporting maldice su suerte

Gijón

Al Sporting, este año, la tostada se le cae siempre por el lado de la mantequilla. Todo lo que puede salir mal, sale mal. En ocasiones ha sido él mismo el que ha estrellado la tostada contra el suelo y la ha pisoteado, pero otras veces la ha lanzado al aire y siempre ha caído del mismo lado. Con poco fútbol, pero también con tan mala fortuna, es imposible aspirar a nada. A pesar de regalar la primera parte y los dos goles de la Ponferradina, el Sporting pudo ganar el partido, para alentar las esperanzas de una remontada que hubiera seguido siendo milagrosa. Pero a este Sporting gafado todo le sale al revés. Si elige cara, siempre sale cruz. Y viceversa.

El Sporting no perdió ante la Ponferradina por mala suerte. O al menos no solo por mala suerte. Perdió porque le regaló al rival la primera parte, sirviéndole en bandeja de plata dos goles, dejando patente que defensivamente el equipo es una verbena. Y porque de poco vale la reacción de la segunda mitad si, salvo 'El Puma', tus futbolistas no tienen puntería. El ímpetu, la intensidad y las ganas dan para lo que dan, para al menos salvar la imagen y tener al personal entretenido en la grada. Ya que no ganas, al menos no aburras. Pero si además de no aprovechar las ocasiones, vuelves a cometer otro error en cadena en defensa, la tarde está perdida y las ilusiones de los más optimistas, también.

No sería porque no estaban advertidos los futbolistas del Sporting de que la Ponferradina botaba los saques de esquina al primer palo. Pues justo ahí, cerradísimo, botó Ríos Reina el primer saque de esquina del partido. Sin nadie al primer palo, con Mariño incapaz de blocar ese balón, Christian Rivera tuvo la mala fortuna de golpearlo para dentro.

Voluntad no le faltó al Sporting, que pidió penalti sobre Djuka por un agarrón de Amo. Se las tenían tiesas el delantero y el central, que consiguió lo que quería: sacar de quicio al por otro lado fácilmente irascible Djurdevic, que volvió a ser más noticia por sus guerras en el campo que por su puntería. Con 0-0 ya había errado un mano a mano clarísimo, de esos que no se pueden fallar; le salvó su error previo: partir en posición adelantada.

Djuka sí estuvo atinado para servirle, con el pecho, una buena opción de disparo a Christian Rivera, que quería resarcirse del gol anotado en la portería que no debía. A pesar de todo el centrocampista fue, junto a 'El Puma' y Fran Villalba, de lo más destacado del partido.

Si el primer gol encajado por el Sporting resultó surrealista, el segundo lo fue aún más. Mariño no blocó un disparo lejano de Enrich y dejó el balón vivo en el área, Espiau remató al larguero pero el rebote le pegó en la espalda, ya caído el jugador al césped, y entraba en la portería rojiblanca. El Molinón se preparaba para lo peor. Para colmo, otro de los últimos refuerzos se retiraba lesionado: esta vez le tocaba a Jordi Calavera. Cosas que ocurren con los fichajes de invierno que llegan con poco ritmo.

Sin embargo, el paso por el descanso trajo algunas sorpresas. David Gallego retiró a un centrocampista como Pedro Díaz, retrasó la posición de Fran Villalba (que con metros por delante y más contacto con el balón brilló con luz propia) y dio entrada en el campo a Eric Ramírez, que no estuvo nada fino en el remate pero cuya presencia pareció intimidar a la defensa visitante.

El Sporting salió con otro ímpetu y la Ponferradina se acobardó. 'El Puma' materializó ese espíritu con dos goles en dos minutos: uno a centro de Aitor, que hizo bueno desde la derecha uno defectuoso de Kravets desde la izquierda, y otro tras un gran control con el pecho en el aire. Quedaban cuarenta minutos por delante y el partido comenzaba de nuevo, pero esta vez con el equipo gijonés con la flecha de la confianza apuntando hacia el cielo y El Molinón, tras la bronca de la primera parte, enchufadísimo.

Tuvo el Sporting unas cuantas ocasiones para completar la remontada, casi todas con la participación de 'El Puma' de una u otra forma. Pudo anotar el tercero en un disparo cruzado tras una gran jugada de Villalba, pero respondió bien Amir con su estirada. El panameño ejerció de centrador en otra clara ocasión del Sporting, en ese caso doble: el recién incorporado Jony se topó con el portero y Djuka no supo aprovechar el rechace.

El partido se convirtió en un ida y vuelta. Perdonaba Dani Ojeda y, al minuto siguiente, lo hacía Djuka. Perdonaba 'El Puma' y en la siguiente jugada Mariño sacaba con la rodilla un disparo peligrosísimo de Agus Medina. Hasta que la Ponferradina, que sí vive un año en el que le salen las cosas de cara, pilló al Sporting descompuesto y, a la contra, marcó la sentencia, en el 86, con un golazo de espuela de Naranjo.

El Sporting jugó como pocas veces pero acusó los fallos habituales y perdió como casi siempre. Como pedirle que gane un partido es exigir demasiado, al menos esta vez el equipo no aburrió a las piedras. Pero no es consuelo. Pocos quedarán ya con la esperanza de ver remontar a un equipo que necesita ganar muchos partidos consecutivos y que no es capaz de encadenar dos victorias en Liga desde el lejanísimo mes de septiembre. Quedan muchos puntos, sí; los suficientes para llegar cuanto antes a los cincuenta. Faltan todavía quince. El sexto puesto sigue a siete puntos y la Ponferradina, quinta, ya le saca al Sporting doce. Como para no celebrarlo como lo hicieron, su equipo y su afición, en El Molinón. Y mientras, los sportinguistas, envidiando su suerte y maldiciendo la propia.