Barcos embarrancados

Están separados por apenas cien metros. Los dos edificios están ubicados en el corazón de Alcoy. Los dos están vacíos y los dos ven avanzar su deterioro de forma imparable, sin que nadie se atreva a lanzar alguna propuesta concreta sobre su futuro. Son el antiguo Colegio de las Paúlas y el viejo Cine Goya. Ambos están en manos privadas y ambos están abocados a perder su condición de espacios públicos tras la llegada de una inevitable demolición que los hará desaparecer para siempre de la memoria colectiva de los alcoyanos.

El caso del antiguo centro escolar es especialmente doloroso. En su día, el solar fue cedido a la Iglesia para usos educativos. Tras su cierre y sin consultarlo a nadie, el Arzobispado especuló con él, vendiéndolo a una empresa privada, que quería construir un centro geriátrico de lujo. La operación se produjo ante las mismísimas narices de un Ayuntamiento del PP, que quería ubicar la biblioteca central municipal en este inmueble. El proyecto de centro privado para la tercera edad no prosperó y el edificio sigue ahí acumulando décadas de abandono y cascotes.

Más sencilla es la historia del Goya. El recinto cayó en la gran crisis de las salas cinematográficas alcoyanas y desde entonces, se han sucedido las especulaciones sobre su futuro. Se ha llegado a plantear en varias ocasiones la posibilidad de convertir el cine en el gran salón de actos de la Universidad Politécnica. Finalmente, una promotora privada compró  el edificio con la intención de demolerlo y convertirlo en un bloque de apartamentos para universitarios. Esta posibilidad quedó frenada por la crisis del mercado inmobiliario.

Goya y Paúlas son dos enormes barcos embarrancados, que acumulan herrumbre en uno de los espacios más nobles del casco histórico de Alcoy. Situados ante esta dramática postal, hay que ponerle velas a Santa Rita para que prosperen las negociaciones entre la Generalitat y la Politécnica, con el fin de que la universidad se quede con el edificio de AITEX en la plaza Pintor Sala tras la marcha del Instituto Textil a su nueva sede en el Castellar. Es inevitable echarse a temblar ante la posibilidad de que la emblemática central de Papeleras Reunidas se añada a nuestra lista de cascarones vacíos.