¿El PP sabrá encontrar la salida?

Barcelona

A Pablo Casado el fin de semana debe haberle sentado fatal. Acorralado por la concentración ante la sede central del PP en Madrid a gritos de dimisión y por la prensa, hasta anteayer afín, diciendo que su hora ya ha pasado con encuestas y editoriales, el sabor de la hiel amiga ha tenido que quitarle el sueño. Este, en lugar de reparador, parece que ha incidido en que, de perdidos al río. Y de momento, parece estar dispuesto a plantar cara y esperar. Mientras, al otro lado de la calle, como en los espagueti western, Isabel Díaz Ayuso mueve ficha, impone el relato, admite que su hermano cobró 55.850 euros, pero que no fue una comisión, filtra todo tipo de reuniones y mensajes recibidos y se convierte en la heroína nacional que, cuál Agustina de Aragón, ha venido para defender la causa a cualquier precio. No importa que el olor a corrupción anide en su piel. Sabe que el votante del PP es ajeno a este tipo de perfumes. Lo ha demostrado suficientemente. Las voces interiores del partido que claman por avanzar el Congreso previsto en julio, van teniendo más fuerza mientras dirigen sus miradas hacia Santiago de Compostela. No porque el apóstol haga más que ellos, sino porque quizás sea la hora de Núñez Feijoo, que también está a favor de avanzar la resolución del conflicto a través del cónclave familiar. Pero sabe que aun así la resolución no es fácil. Con una Díaz Ayuso decidida, envalentonada, descarada y sagaz, cualquier alternativa a Casado que no pase por ella significaría tenerla de nuevo en frente. Porque desde su cargo institucional de Presidenta de la Comunidad ella seguirá y como el dinosaurio de Monterroso, seguirá allí. Y cuando revalide con toda probabilidad el cargo en las urnas el próximo año, se querrá proyectar hacia la Moncloa. La duda razonable es si, ante esta endiablada situación, el PP sabrá encontrar la salida. Se hace difícil intuir-lo. Porque, por un lado, hace ya demasiado tiempo que está circulando por el lado oscuro de la política con sus intemperancias e intransigencias. Y por el otro porque las constantes citas electorales no le facilitan un calendario tranquilo. Al contrario. De tanto jugar con él, este se le ha rebelado y de aliado teórico ha pasado a contrincante práctico. Porque Pedro Sanchez podría aprovechar la ocasión para adelantar los comicios españoles. Podría, además, convocar los ánimos contarios a VOX aunque esto fuera a favor de la ultra-derecha. Pero de estas tácticas de terribles consecuencias, la política ya hace demasiado tiempo que se ha desentendido. Para lamento ciudadano.