'Saltar el tiburón' en la crisis del PP

Madrid

Hoy quiero hablaros de un concepto que usamos los guionistas para referirnos a aquellas sorpresas tan exageradas, tan poco creíbles, que se pueden cargar una historia entera. Hay que remontarse a los años 70 cuando, en una escena de la quinta temporada de la serie Días felices, el protagonista saltó por encima de un tiburón mientras practicaba esquí acuático. Desde entonces, a este tipo de giros tan forzados que arruinan una ficción, les llamamos “saltar el tiburón”.

Perdonad que otro lunes insista en hablaros de guion pero es que creo que el error es tomarse lo que le está pasando al PP como si fuera política.

Los espías, los hermanos inesperados o los tratos con China son ingredientes tan de culebrón que para entenderlos no hay que aplicarles el análisis político sino el narrativo. Si queremos adivinar cómo va a evolucionar la crisis del Partido Popular hay que dejar de fijarse en Génova 13 y dirigir la mirada hacia el Teatro La Latina porque sólo los mecanismos del vodevil nos pueden dar alguna pista.

Hace sólo dos semanas parecía insuperable que alguien votara al revés tres veces seguidas, pero aquí las sorpresas del año sólo nos duran quince días. La deriva de los acontecimientos está tan disparatada que creo el Partido Popular no necesita un Congreso Extraordinario sino a un equipo de guionistas que diseñe cómo “saltar el tiburón”, es decir, cómo llegar a esa sorpresa definitiva que nos haga olvidar todas las anteriores. Porque si seguimos a este ritmo no debemos estar muy lejos de que detengan a Ángel Carromero mientras construía una máquina del tiempo para viajar al pasado y evitar que Esperanza Aguirre conozca al perro Pecas. Sólo algo así acabaría con esta crisis del PP que se parece tanto a una serie de televisión que el entorno de los populares no debería estar cobrando comisiones, sino derechos de autor.