Maksym Bardychev: "Llevamos ocho años con comida en los sótanos por lo que pueda pasar"

Las Palmas de Gran Canaria

Maksym Bardychev es un joven de Lugansk, al Este de Ucrania, que hace cuatro años llegó a Canarias con el programa europeo Erasmus y donde poco después solicitó asilo político por la persecución, sobre todo social, que padece el colectivo homosexual en su país y por la revuelta militar que sacudió esta zona en 2014. Cuando su localidad natal y la cercana Donetsk se declararon unilateralmente como estados independientes de Ucrania con el apoyo logístico y económico de Rusia, único país que las reconoce como tal desde el pasado lunes en el marco de la tensa relación diplomática que ambos países mantienen desde entonces. Si bien la hostilidad en la frontera ha ido en aumento en las últimas semanas hasta casi el colapso, a partir del despliegue de tropas rusas en la región del Donbás y la consiguiente incertidumbre que ha generado en la comunidad internacional el temor a un ataque inminente del gobierno de Vladimir Putin.

"La población lleva ocho años preparada para lo que sea, con comida y colchones en el sótano y generadores eléctricos por si hay cortes de luz y de agua; la mayoría de jóvenes se marcharon en 2014 y los que quedan son personas que no tienen donde ir o no quieren dejar sus casas", relató Maksym en el programa Hoy por hoy Las Palmas. Aunque de momento disponen de electricidad y wifi, quienes permanecen en las regiones fronterizas tienen dificultades con la señal de teléfono y no se les permite grabar vídeos con el móvil por la calle; "un amigo quiso grabar una mini película y le hicieron muchas preguntas". Y solo habilitan el agua corriente por las mañanas y por las noches.

"Mi ciudad es la capital de una república que no existe en el mapa, con un gobierno separatista que mantiene a la población dividida", subrayó el joven, si bien se rige por sus propias leyes e incluso por su propia Constitución, "que son un copia y pega de las leyes rusas y hay tanto descontrol, que si pasa algo nadie va a preguntar o te pueden llevar a un sótano o a una comisaría y pasar semanas sin que nadie sepa nada, por lo que se vulneran los Derechos Humanos". Además, narró, "hace una semana empezaron a pasar cosas; el ejército ruso entró en esta república y cayeron bombas en las afueras de la ciudad y la gente huyó". También explicó que "están movilizando a todos los hombres menores de 55 años y no dejan que ninguno cruce la frontera, así que mi madre no quiere marcharse y dejar a mi hermano allí solo".

Asimismo, destacó que en este territorio oficialmente ucraniano "unos ven a Putin como el salvador que va a unir esta zona a Rusia y van a vivir mejor, pero son solo el 10 ó 20 por ciento de la población; y la parte oficial ve a Rusia como un enemigo". Según la información que recibe de su madre desde Lugansk, con quien contacta todo el tiempo que puede antes de que no le resulte posible, "unos dicen que están disparando los ucranianos y otros que lo hacen los rusos". Antes de 2014, prosiguió el joven, "la gente era más prorusia, pero después del problema, incluida mi familia, les da igual con tal de que sea algo oficial y se resuelva pronto porque no se puede seguir así. No funciona ni el papeleo burocrático".

Tras un año en La Palma y tres en Gran Canaria, Maksym no quería volver a Ucrania. "Siento que aquí soy más aceptado que en mi país, pese a que sigo esperando respuesta a mi solicitud de asilo por parte del Gobierno". A este respecto, reiteró, "no quiero volver, mi familia quiere vender la casa cuando pase todo y se pueda para venir aquí conmigo", concluyó.