Como en 1938

Barcelona

Como Hitler, Putin utiliza la técnica de rebanar el salchichón. En 1938, el 'Führer' se apoderó de los Sudetes, la región checoslovaca de habla alemana. Francia y Reino Unido, dirigidas por trémulos apaciguadores, se lo toleraron, pensando que con ello saciaba su hambre de conquistas. Se equivocaron. En 1939 le llegó el turno a Polonia. Y luego a Bélgica, Holanda, Francia, a casi todo el continente: de entrada hubo centenares de miles de asesinados. Solo mediante las armas, Churchill y los resistentes resucitaron a Europa. Putin empezó temprano a invadir. Lo hizo en Crimea, provincia ucraniana, en 2014. Ahora, ha ido por la segunda rebanada, Donbás y sus cercanías: con la misma excusa que Hitler: los Sudetes eran de habla germana; las provincias orientales de Ukrania son de habla rusa. ¿Cuándo parará? Esta vez Occidente no ha sido apaciguador, pero ha confiado demasiado en la diplomacia. Menudo sarcasmo: con centenares de miles de soldados rusos en las fronteras. Pues resulta que no iban, efectivamente, a darse un paseo. Ahora se confía en la efectividad de las sanciones. Pero el escepticismo tiene razones. La mezcla de seducción y amenazas no ha servido para disuadir al autócrata ruso. Solo si este constata que puede perder miles de vidas dará un giro. Se necesita pues, no digamos usar las armas, sino hacer creíble que pueden usarse.