Cuando el fin de la Guerra Fría llegó a Lanzarote
Un misil soviético y otro de la OTAN descansan en la isla tras fracasar un monumento a la Paz ideado por César Manrique
Lanzarote
Aunque resulte difícil de creer, en una nave propiedad del Ayuntamiento de Teguise descansa desarmado un misil soviético tipo ‘Scud’ de más de 10 metros de largo y 90 cm de diámetro.
Es una de las partes, la otra es un misil americano cedido por la OTAN, de un Monumento a la Paz que César Manrique pensó y Alberto Vázquez Figueroa recogió en una de sus obras.
Se trataba de un símbolo conciliador que se gestó a principios de los 90 tras la disolución de la URSS y la caída del muro de Berlín, aprovechando el ambiente de la época que buscaba dejar atrás el pasado, y con ella las diferencias entre los países.
El periodista experto en marketing de guerrilla Manuel Romero, fue el encargado de la compra ‘por catálogo’ y posterior traslado hasta Lanzarte de aquel misil que se disfrazó de maqueta. "Ellos me habían dicho que tenían una maqueta con la que trabajan en una escuela de un centro militar que hay a unos 400 km de Moscú, realmente de maqueta tenía poco. Lo único que le habían quitado era la cabeza explosiva, pero todo lo demás lo contenía, cables y demás". Apunta que una de sus características más curiosas se encontraba "en un lateral pone 'Isla de Lanzarote - Kanarskie Ostrova' . Está bautizado con el nombre de la isla".
Pese a que en la primera reunión en Defensa se le ofreció un dossier tipo catálogo para escoger el misil que compraría, "hubo que dedicar más de seis meses para ponerse de acuerdo con la empresa de exportación de armamento. Seis meses desesperantes frente a una reunión para elegir el misil" y es que comenta Romero que a los rusos "les encanta reunirse, reunirse, reunirse, fumar, tomar un chupito de vodka y volverse a reunir".
El periodista Manuel Romero recuerda 'la odisea' para transportar un misil soviético hasta Lanzarote
22:07
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1645792437804/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Entre todas las dificultades, durante el proceso hubo que superar una primera oposición desde la isla conejera, y es que "recibí una llamada de un funcionario de aduanas" que quería comprobar si se trataba de una maqueta o de un misil real. Justificó entonces que "a estas alturas que ha cruzado toda Europa, que ha pasado de Rusia a Bielorrusia por Minsk, por Polonia, Alemania, Francia, que ha estado en Barcelona en el Puerto Olímpico exhibido, o en Madrid en la Plaza de Colón llega a Lanzarote y preguntan qué es", hasta que finalmente se dio el permiso de entrada.
Hoy Romero reflexiona sobre el ataque de Rusia a Ucrania: "creo que es el momento de que una vez que pase esta situación, entendamos que la Tierra no es muy grande, cada día es más pequeña. Lo que pasa en una punta afecta a la otra. Que el virus de China puede llegar a las puertas de nuestras casas. Que un disparo en Moscú puede llegar a nuestro territorio. Que una decisión mal tomada en Washington puede afectarnos, y que es el momento de recordar que esto es una misma casa".
Treinta años después, los misiles soviético y americano, propiedad de Turismo del Gobierno de Canarias, descansan en Lanzarote como testigos inertes del estallido de la guerra en Ucrania, a la espera de conocer si finalmente su cometido será una oda a la Paz.