Así se hizo 'Un pequeño mundo', la película que mejor retrata el acoso escolar
Desde enseñar a los niños a no mirar a cámara a dibujar cada una de sus escenas, la directora Laura Wandel explica su método de trabajo durante dos años para sacar adelante esta película

Las escenas dibujadas con los niños en 'Un pequeño mundo' / Facilitadas por Laura Wandel

Madrid
Detrás de lo que vemos en pantalla, del resultado final de una película, hay un trabajo minucioso de planificación y un diseño conceptual de cómo contar la historia. Esto es aplicable a todo el cine, ya sean los últimos blockbuster, la comedia más alocada o el documental más sesudo, pero cuando se cuenta con niños en el reparto, la dedicación exige un esfuerzo mayor si se quiere transmitir en pantalla la autenticidad de sus acciones y reacciones. Hay directoras que han demostrado su habilidad para trabajar y captar esa verdad con niños, como Carla Simón en ‘Verano 1993’ o la francesa Céline Sciamma en ‘Tomboy’ o ‘Pétite Maman’. A ellas se suma ahora la belga Laura Wandel, que aborda todas las caras del acoso escolar en ‘Un pequeño mundo’.
La realizadora ha dedicado cinco años a este proyecto, su primera película. Desde que empezó a escribir el guion mientras visitaba los patios de un colegio hasta que logró encontrar financiación. “Para mí era muy importante la inmersión en el colegio, es el método de trabajo que utilizo en todos mis cortos, partir de cierta realidad para crear la ficción. Durante la escritura del guion, iba y venía entre la realidad y la ficción, es un camino de ida y vuelta, pero siempre la base de todo es lo que ocurre de verdad. Pasaba largas horas en patios de recreo porque era importante para mí ver a qué jugaban los niños hoy en día, no fiarme solo de lo que yo sabía por mi propia experiencia. Hablé con profesores, niños, alumnos, padres, directores de colegio… para acercarme a una visión global de lo que estaba ocurriendo en este momento en ese entorno”, explica a la Cadena SER.
Para trabajar con los niños diseñó todo un plan a largo plazo para que ellos se sintieran partícipes de la historia y eso tuviera su reflejo en pantalla. “A la primera niña que conocí fue a Maya Vanderbeque, la protagonista, dos años antes del rodaje. Tuvimos que retrasar un año la película por problemas de financiación pero eso me vino muy bien porque me permitió enseñarla a nadar, lo que creó entre nosotras un vínculo muy fuerte, una confianza mutua”. Esa fue la primera etapa.

Las escenas dibujadas con los niños en 'Un pequeño mundo' / Facilitadas por Laura Wandel

Las escenas dibujadas con los niños en 'Un pequeño mundo' / Facilitadas por Laura Wandel
La segunda fue encontrar al reparto adecuado. “Durante esa búsqueda, en la que tenía que tener en cuenta que luego se formarían grupos, el método que seguí fue el siguiente. Primero les pedí que me dibujaran el patio de su colegio y me contaran a qué jugaban. No quería que se limitasen a recitar un papel como loros, sino que integraran sus propias experiencias en la película”, sigue Wandel.
"Una vez hecho esto, con el casting completado, trabajamos con una ortopedagoga. Los niños no eran profesionales y lo primero que le tuvimos que enseñar es que no tenían que mirar a la cámara. Luego constituimos grupos, los dos hermanos, las amigas, los amigos, todos juntos… Trabajamos siempre en grupo y como un juego. Nunca se les entregó el guion. Se les explicaba el inicio de la escena, se les preguntaba qué harían, dirían o cómo se comportarían. Esto facilitó que se integraran ellos mismos en la película pero también que fueran procesando las escenas. Jugando siempre, los guiábamos y solían llegar al mismo punto que había en el guion”, detalla.

Las escenas dibujadas con los niños en 'Un pequeño mundo' / Facilitadas por Laura Wandel

Las escenas dibujadas con los niños en 'Un pequeño mundo' / Facilitadas por Laura Wandel
Una vez hechos estos juegos con las escenas, los niños fueron dibujando junto a la directora toda la película. Cada uno se encargó de ‘diseñar’ sus propias escenas. “Al final de toda esta preparación tenían un guion visual hecho con sus propios dibujos, todos numerados por las escenas. Cuando tenían que rodar, por ejemplo, la escena cinco, cada uno sacaba su dibujo y sabía perfectamente qué iba a ocurrir y cómo lo iba a hacer”. De este modo, los niños fueron interiorizando visualmente el guion y replicaron frente a la cámara los dibujos que ellos mismos habían trazado. El resultado de este meticuloso método es apabullante. Transmiten con autenticidad todas las sensaciones que la mayoría hemos experimentado en nuestros días de colegio. La angustia, el egoísmo, la fragilidad, la ira, la impotencia, la venganza… en una experiencia inmersiva que retrata las dinámicas de poder que se fraguan en las aulas.

José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...




