De turistas a refugiados en cinco días

Barcelona

Marina está agotada. Lleva el móvil pegado a la mano como una extensión de sí misma. Se pasa el día en redes sociales y portales de noticias actualizando minuto a minuto la situación el Kiev. Nació allí, vive allí, y de Kiev cogió un vuelo a Barcelona el 22 de febrero para pasar unos días de vacaciones con su novio. En cuestión de una semana ha pasado de visitar la Sagrada Familia a estar acogida en un albergue de Vic, una capital de comarca a una hora de Barcelona.

"Tengo el corazón destrozado. Veo mi ciudad, mis calles, mi gente. Todo esto me deja rota", asegura mirando con sus ojos azules por encima de la mascarilla. Nació en 1991- "igual que Ucrania"- y nunca en su vida habría imaginado que le tocaría convivir con la guerra. Sus padres y abuelos le han contado durante años las penurias de la época soviética, la guerra contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial, el estalinismo. Y ahora, les toca a ellos. "Ahora, de repente, entiendo a mi familia. Ellos querían luchar por la libertad y por su país, y ahora yo entiendo esta necesidad", dice. No sabe cuánto tiempo le queda en este albergue, pero desea que la estancia sea breve.

La Generalitat va a acoger a 135 personas ucranianas que estaban en Barcelona cuando estalló el conflicto. La mayoría son turistas que han quedado atrapados y no pueden o no quieren volver. De momento hay 55 durmiendo en Coma-Ruga, en Tarragona, y 14 en Vic. El albergue de esta última ciudad está en un sitio de extrarradio, haciendo frontera con otro pueblo, Gurb, y delante del recinto hay una rotonda y pistas de pádel.

"Tengo amigos que han aprendido a hacer cócteles molotov"

Estas son las vistas que tiene Yaroslav. Él también estaba en Barcelona de visita, con su novia. Se alojaba en un hotel de la calle Mallorca. Muestra entusiasmado fotos del Parc Güell y de la playa de la Barceloneta. Él es de Zaporija, una ciudad al sur de Ucrania donde hay la central nuclear más grande de Europa. Con la ayuda de Google Maps (y a veces también de Google Translate), nos cuenta que la ciudad está asediada por tropas rusas. Enseña fotos de su madre, sus hermanos y sus sobrinos, que están durmiendo en un parking subterráneo de su ciudad. Los pequeños salen bailando, los mayores con cara de preocupación. "Tengo amigos que han aprendido a hacer cócteles Molotov y que han cogido un arma cuando nunca lo habían hecho. La gente se moviliza para defender el país. Es muy, muy peligroso volver a Zaporija ahora. Tenemos que quedarnos aquí, y yo ya le he dicho a toda mi familia que se largue a un sitio seguro. Pero se niegan. Al final, es su casa", asiente con rostro serio.

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Este viaje inesperado de Ucrania a Vic, pasando por Barcelona, está siendo un pozo de sufrimiento para todas estas personas, que no hacen más que pensar en sus seres queridos. Aquí hay una familia con un niño de 9 años, y la Generalitat ya ha abierto la puerta a que se le pueda escolarizar si la situación se alarga demasiado. Mientras tanto, les quedan aquí noches de insomnio, sufrimiento y de vivir pegados al móvil, esperando buenas y, también a su pesar, malas noticias.