El micromentario de Pepe Belmonte: 'Gracias, querido maestro'

Murcia

Se admiten apuestas sobre cuál podría ser el nuevo destino de Teodoro García Egea, quien tan sólo en unas horas ha pasado de héroe a villano, incluso entre los suyos, que tanto silencio han guardado durante años, quizá por miedo a las represalias del que hasta hace unos días era el hombre más poderoso del PP, incluso por encima de Casado, tan medroso y pusilánime siempre.

En sus comparecencias ante los medios de comunicación en estos días, el ya ex secretario general parece otro bien distinto, como si acabara de aprender la auténtica lección de la vida. Exhibe un nuevo talante, una nueva e insospechada imagen de personaje más humano, más sereno, más humilde y menos soberbio.

Como si de golpe, arrojado del carro de los triunfadores y abandonado a su suerte, se hubiera dado cuenta de que, como el César, también es mortal.

El auditor nombrado por la Iglesia para ocuparse del caso de los abusos sexuales a menores por parte de esta sacrosanta institución, será, finamente, un conocido miembro del Opus Dei, cercano, pues, al sector más reaccionario y retrógrado de la Iglesia.

Dicho personaje ha prometido llegar hasta el fondo en su investigación, algo que, a estas alturas, ya no se cree nadie. De nuevo, se salen por la tangente para que todo quede en casa, como si fuera un asunto trivial, que no importara a nadie. Y las víctimas, que son las más afectadas en esta triste y dolorosa historia, se quedarán sin ver el castigo que merecen sus verdugos.

¡Lo que nos hubiera gustado leer o escuchar una crónica suya sobre la enorme fechoría de Putin! Murió José Martí Gómez, el referente ético y estético (así se le llama en el diario El País) del periodismo español. Tenía 85 años y desarrolló parte de su brillante carrera en las ondas de la Cadena SER, en donde su voz templada y serena sirvió para enganchar a millones de oyentes, y como magisterio para quienes, como un servidor, tratamos, humildemente, de aprender el difícil y comprometido oficio de columnista.

Gracias, querido maestro. Y que la tierra te sea leve.

Pepe Belmonte