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"Varias veces he pensado 'mañana no me levanto' y me daba igual": el camino autodestructivo de Gervasio Deferr

El exgimnasta ha contado su calvario con el alcohol y las drogas en el programa de Jordi Évole: "Llega un momento en el que me di cuenta de que llevaba 6 años bebiendo todos los días"

Madrid

Gervasio Deferr llegó a lo más alto en el mundo de la gimnasia artística. Ganó dos oros en la especialidad de potro en las olimpiadas de o Sídney (2000) y Atenas (2004) pero entre unos Juegos y otros su situación cambió por completo. Antes de la prueba en Sídney, Deferr pensaba: "Os van a doler las manos de aplaudirme. Yo era muy flipao", reconoce en el programa Lo de Évole. "Cuando estoy en el aire, ya lo sé: cojo el suelo, me giro y ya sé que es una nota del copón", relata. A partir de entonces se convierte en un deportista conocido en nuestro país. Un año después, todo empieza a torcerse: "A mi se me va la olla y me creo Dios. Me convierto un poco en gilipollas. El mismo día, el 25 de septiembre un año después en 2001, entro en quirófano. En diciembre me operan del segundo hombro y me tiro meses viviendo en mi casa sin hacer nada, porque soy Gervasio Deferr y me creo la leche. Es ahí cuando empiezo a fumar (porros) con mis hermanos y demás...". Eso le llevó a dar positivo por marihuana en el Mundial y comenzó a sentirse "señalado". Está convencido de que "lo filtraron desde la Federación, a traición": "Pensé 'que os den por culo' y me fui a mi casa a fumarme un porro". Desde entonces no volvió a tener nunca un patrocinio, ni siquiera en los dos Juegos Olímpicos posteriores en los que también consiguió medallas.

Pero la medalla de Oro de Atenas ya fue muy distinta. Reconoce en el programa que no recuerda ni cómo se fue a dormir la noche anterior. El alcohol y las drogas ya habían aparecido en su vida y llamó a la Federación para avisar de que le quedaban meses para los Juegos y tenía que prepararse y pidió al Comité Olímpico Español ayuda: "Necesito que me dejéis entrenar y limpiarme", les dijo y así esquivó los controles. El día antes de la prueba de potro que le dio el Oro, tuvo la de suelo y falló así que recurrió una vez más al alcohol para aliviarse: "Vi a unas personas que estaban tomando algo y me metí una jarra enorme de cerveza. Al día siguiente me dijeron que estuvimos mucho tiempo, pero no recuerdo nada", confiesa. "Me fui con un oro olímpico y la sensación de que había fracasado", recordó. La presión por ganar en suelo, donde quería demostrar lo que era, le destrozó. "Yo me mataba, me destrozaba más mi propio pensamiento. Quería inundarme en alcohol", relata. Por eso, hace una advertencia: "Estoy convencido de que el alcohol es la droga más peligrosa. Yo no me drogo con otras cosas si no bebo, es todo a través de ello. Y lo tenemos tan instaurado en todas las celebraciones. Siempre el alcohol está por delante".

En 2008 volvió a concurrir a los Juegos Olímpicos. esta vez se celebraban en Pekín y consiguió medalla de plata: "¿Ya no puedo ser oro? por eso me retiro, porque no puedo ganar", cuenta. Ahí comienza el verdadero camino de autodestrucción: "Cuando me retiro me quedo sin objetivo. No sé qué hacer con mi vida, vuelvo a fumar porros...". Y todo se fue acelerando: "Por fin podía hacer lo que quiera, yo no tendría que pasar doping. En ese momento fumo, salgo, bebo y pierdo el tiempo. Me quedo tres años en Madrid pensando si me retiro o no, pero cada día estoy desde las 15:00 en bares con amigos y con vida social. Era dormir por la mañana, comer y luego por la tarde otra vez. Hubo un momento que me di cuenta que llevaba seis años bebiendo todos los días. Seis o siete medianas y dos o tres cubatas. Sin nada que hacer ni objetivo, al final te envenenas", detalla.

"Sabía que eso me podía matar e iba de cabeza. Yo varios momentos he pensado igual mañana no me levanto y darme igual", le cuenta a Jordi Évole y recuerda que por aquel entonces a los únicos que tenía cerca era a sus "demonios". En 2017, pidió ayuda a Alejandro Blanco, el presidente del COE, e ingresó en un centro donde estuvo 10 meses.