"Él no tenía por qué ceder los asientos de su coche y hacernos este favor": Carlos Molina narra la odisea que ha vivido para abandonar Ucrania
El jugador del Motor Zaporozhye ucraniano ha aterrizado este martes en Barcelona tras cruzar la frontera para dejar Ucrania
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Madrid
Carlos Molina, jugador del Motor Zaporozhye ucraniano, ha aterrizado este martes en Barcelona tras cruzar la frontera de Ucrania hace unos días tras vivir una auténtica odisea. Él, junto a un compañero lituano y un bielorruso, pudo cruzar la frontera gracias a un ciudadano lituano que iba a salir del país y llevaba plazas libres en su coche. "Viajaba con un compañero lituano y un bielorruso y la suerte fue que la embajada lituana encontró a un lituano que estaba a cinco kilómetros de la frontera y que viajaba solo y tenía sitio para los tres. Tuvimos que tomar una decisión lo antes posible y dijimos: hay que hacer algo, nos estamos jugando la vida aquí. Se nos pasó por la cabeza regalar el coche a los controladores de tráfico y decirles que nos escoltasen al ese coche que nos esperaba y se queda los nuestros. Esa fue la forma de salir. 16 horas después de estar en el coche con el lituano, pudimos salir", ha contado en SER Deportivos.
Hola Carlos, buenas tardes.
Hola, buenas tardes.
¿Cómo estás?
Aliviado, ver Barcelona me ha dado mucha tranquilidad, pero mi cabeza está en Ucrania. Tengo muchas ganas de abrazar a mis amigos, a mi familia… de coger en brazos a mi hijo que llevo sin verlos dos meses y de darle un beso a mi mujer. Es lo que se merecen. Lo han podido pasar hasta peor que yo. Quiero dar las gracias a todo el mundo que me ha ayudado. Me han ayudado como si fuese yo mismo el que me ayudaba.
¿Qué sientes, qué te viene en este momento?
Te puedes imaginar. Felicidad… Lo tendré que ir digiriendo y nada, la felicidad irá llegando conforme pasen los días y se asienten las cosas. Me siento aliviado de estar aquí ahora con un amigo de verdad, de los que se cuentan con la mano y ahora pasar tiempo con la familia, con los amigos. Quiero dedicarles tiempo a ellos y a mí. Y quiero saber cómo puedo ponerme manos a la obra y desde qué vía puedo ayudar.
Hemos estado todos muy preocupados por ti, no sé si te ha llegado.
Claro que me ha llegado. Si he aguantado un poco en condiciones es por la abundancia de mensajes. A mí me llegaba muchísima información. Te puedes imaginar lo que es conducir en estas condiciones, con estrés, buscando soluciones… Arrancando y apagando el coche, con frío, buscando salidas del país, sin Internet… Quería buscar una escapatoria, pero estaba atrapado. Estábamos en un país que está siendo invadido. He sentido mucho pánico estos días. Parece que he estado un mes en la carretera. Estoy agotado.
Fue muy duro pasar la frontera, ¿no?
No te puedes hacer una idea. Cada uno que se ponga en casa y piense cuánto tarda desde ahí en hacer 22 kilómetros. Y cuando estás allí piensas… voy avanzando poco a poco. Pero miras con perspectiva y decías: he avanzado 100 metros en cinco horas. Estoy agotado y sigo pensando si decidí bien, si no… Viajaba con un compañero lituano y un bielorruso y la suerte fue que la embajada lituana encontró a un lituano que estaba a cinco kilómetros de la frontera y que viajaba solo y tenía sitio para los tres. Tuvimos que tomar una decisión lo antes posible y dijimos: hay que hacer algo, nos estamos jugando la vida aquí. Se nos pasó por la cabeza regalar el coche a los controladores de tráfico y decirles que nos escoltasen a ese coche que nos esperaba y se quedasen con los nuestros. Esa fue la forma de salir. 16 horas después de estar en el coche con el lituano, pudimos salir. Él no tenía por qué ceder esos asientos, ¿eh? No tenía por qué meter un bielorruso en su coche, imagínate. Pero lo hizo. Me siento un afortunado. Yo estoy fuera, pero no te puedes imaginar lo que hay dentro.
¿Sin qué ayuda no habría sido lo mismo estos últimos días?
Todo el mundo me ha ayudado como si fuese yo. Ha sido brutal. Te puedo decir nombres, instituciones… Yo soy conocedor de la situación y en esta situación no se puede hacer nada. Una vez que la embajada no está operativa… No se puede hacer nada. Ellos ya no se podían meter en un campo que no era suyo. Yo me llegué a plantear dejar el coche a 20 kilómetros de la frontera e irme andando. Al final tuvimos suerte. Somos afortunados, pero tenemos la cabeza puesta en la gente que hemos dejado allí.
Imagino que habrás dormido poco y comido poco estos días. Tendrás ganas de llegar a casa.
Aquí me esperaba un amigo, pero eso es lo que menos me importa. Se que estoy bien respaldado y es con lo que me quedo. Realmente la comida… lo material te da igual. Yo he dejado un coche, pero hay mucha gente dejando una vida entera atrás.
Nos alegramos muchísimo de que ya estés en casa. Nos alegramos de tener ya en casa.
Yo soy un afortunado, hay gente que lo está pasando peor todavía y no tiene la posibilidad de dejar su coche, que no tiene la ayuda que he tenido yo. Yo soy un afortunado.
La próxima entrevista prometo preguntarte de balonmano.
Esto nadie se lo esperaba, la verdad. Todos pensábamos que esto se iba a quedar en un pulso político. No hacíamos caso al espionaje de EEUU, pero mira, al final ha pasado.
Te mando un abrazo enorme.
Un abrazo para todos.