Una leve esperanza en el horizonte de guerra
Dudas Razonables, el comentario de Josep Cuní
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Una leve esperanza en el horizonte de guerra
Barcelona
Una leve esperanza se abrió ayer en el horizonte de guerra al concluir la primera reunión entre Rusia y Ucrania. Seguirán hablando. De momento la guerra no se ha parado y la ofensiva rusa no cede como demuestran las imágenes recogidas por los satélites que tienen en Torrejón de Ardoz su base y cuya información la Unión Europea ha puesto a disposición de Kiev.
Un convoy militar ruso de 64 kilómetros se dirige desde el norte hacia Kiev. Ante el acecho, la desbandada migratoria no ceja. La unión Europea dice estar dispuesta a cobijar hasta a un millón de personas. Más del doble de quienes ya han cruzado las fronteras del horror buscando cobijo allí donde tengan amigos, conocidos o, sencillamente, amparo.
A la presión económica que se ejerce sobre Moscú hay que añadir la deportiva y cultural. Los equipos de cualquier disciplina rusa ya no pueden competir a nivel internacional, Gazprom ha perdido el patrocinio de la UEFA y los artistas e intérpretes rusos van cayendo de las carteleras en las que tenían compromisos y con las que había cerrado esperadas actuaciones. En medio, queda pendiente la solicitud de ayer Zelenski a Bruselas. Que Ucrania entre inmediatamente en la Unión Europea y forme parte del organismo al que aquel país renunció a iniciar su correspondiente proceso por presión de Putin en 2014.
Y allí empezó todo. Con aquella vaga promesa incumplida y la posibilidad, por añadido, de entrar en la OTAN. La respuesta de la Unión se ha quedado en las que el comisario Margaritas Schinas le ha dado a nuestra compañera Griselda Pastor. Que un día, Ucrania entrará como lo hicieron en su momento España, Portugal o Grecia. Pero aquel día no puede ser esta semana si no se quiere correr el riesgo de entrar en guerra directamente con Rusia. Una guerra que nadie deseaba, pero que está ahí. Y que tampoco nadie quiere agrandar a costa de la vida de sus propios soldados. Y menos con amenaza nuclear incluida.
Pero negarle públicamente a Zelenski el deseo tampoco es conveniente. Putin, que todo lo ve, lo procesa y lo utiliza, podría cebarse en su venganza y sentirse libre para conseguir lo que busca y que de momento le cuesta más de lo que suponía. La duda razonable es pues, si todo este drama a las puertas de la Unión Europea que ha conseguido por primera vez una respuesta unitaria, solidaria y contundente, va a empujar hacia el paso imprescindible. Que se avance hacia una Europa política que precisa de su defensa militar porque ha visto cortar las barbas del vecino. Y ante los grandes retos de la globalización de del avance o recuperación de nuevas o viejas potencias que persiguen acabar con la hegemonía norteamericana y, en consecuencia europea, basada en los valores democráticos más allá de la libre economía de mercado, defender estos derechos como esencia de la sociedad que conformamos conjuntamente y ante los cuales ya solo nos queda implorar: que Europa haga más que nosotros.




