División partidista

Asturias

En política se olvida muy rápido lo que pasó no hace un año, sino incluso lo que sucedió hace sólo una semana. Es un mal este que aqueja a los políticos, por supuesto, pero también, y eso es lo más preocupante, a la sociedad en su conjunto. Todo es efímero. Cada vez más. Y eso, desgraciadamente, va contra la ciudadanía. Sin memoria todo vale. Para los actuales profesionales de la política las hemerotecas son algo del pasado, sin validez para quien basa todo en la inmediatez, sin tiempo para la reflexión.

Habló el martes el presidente del Principado, Adrián Barbón, de la crisis del PP. Lo hizo con ocasión de la presentación de los objetivos que se marca la FSA para el Congreso de los próximos días 18, 19 y 20 de este mes. El líder regional del PSOE ofreció a su partido como el de “la certeza y la estabilidad” frente a “la duda” de otros que “vamos a ver cómo se recomponen del crecimiento de la ultraderecha” y hasta del “caos” en el que la guerra en Ucrania sume al mundo, señaló.

El PP de Pablo Casado ha saltado en pedazos. Eso es obvio. Pero también lo es que el PSOE se rompió en la primera etapa de Pedro Sánchez al frente de la organización y que continúa habiendo heridas no cicatrizadas. En Asturias hay muchos cualificados militantes que se han apartado de la actividad política. Y algunos no están porque los han apartado.

Quién se lo iba a decir a los socialistas en junio de 2017 que sólo un año después Sánchez iba a ser elegido presidente del Gobierno al prosperar una moción de censura contra Mariano Rajoy. Y que lo iba a ser gracias, entre otros, a los apoyos de Unidas Podemos, los independentistas catalanes y Bildu.

Ni jactarse de la estabilidad del PSOE como hace Barbón ni tampoco creerse lo que no es, como hace la líder popular Teresa Mallada, que habla de un PP asturiano “muy fuerte y muy unido”.