Miedo y solidaridad en la huida de Ucrania
Acompañamos a los voluntarios que ayudan al millón de refugiados que ha dejado la guerra en Ucrania en una semana, el éxodo más rápido y numeroso en un siglo en Europa
Especial ayuda a Ucrania
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Cuando una guerra estalla, la solidaridad se reivindica. En Punto de Fuga queremos dar voz a todos aquellos que se han volcado en la ayuda a los refugiados del que es ya el mayor éxodo desde la II Guerra Mundial. Son ya más de dos millones los ucranianos que han tenido que abandonar sus hogares entre refugiados y desplazados internos.
Ángels Barceló capitanea el equipo de enviados especiales de la Cadena SER a la frontera polaca. Allí ha conocido familias que, en apenas una semana, han visto su vida cambiada por completo, obligados a empezar de cero. Algunos, dice, tienen lazos de parentesco con personas de los países vecinos, pero otros muchos están solos, la mayoría mujeres que viajan con sus hijos y los abuelos y han dejado a sus maridos atrás.
La ayuda está muy bien organizada, con autobuses que cruzan la frontera hacia Ucrania para recoger a los refugiados y llevarlos a Polonia. A la entrada del recinto les reciben largas mesas en las que registrarse. En ese punto el despliegue de ayuda humanitaria es inmenso, asegura Ángels Barceló, con decenas de voluntarios encargándose de que a quienes llegan no les falte comida ni suministros.
En los puestos fronterizos se respira miedo e incertidumbre respecto al futuro. Los refugiados que llegan procedentes de la capital, Kiev, no esperaban que la ofensiva llegaría hasta su ciudad.
Desde el centro de Kiev, cerca de la plaza Maidán, el enviado especial Nicolás Castellano ha sido testigo de la salida de cientos de refugiados a través de la estación central de Kiev y de la llegada de suministros militares y humanitarios. Cada vez se nota más el vacío en la ciudad por el éxodo masivo, la falta de combustible y los controles que se han intensificado en las calles.
Entre quienes se han quedado han surgido enormes redes de ayuda. Nico cuenta que un teatro se ha convertido en refugio para los vecinos del barrio gracias a la solidaridad. También se han desplegado para suplir la falta de alimentos básicos.
Pero la inquietud se ha apoderado de muchas personas que ven cerca el posible dominio ruso a la ciudad. La mayoría se refugian en búnkeres, en las estaciones de metro o en sus sótanos, pero “saben que si llega una gran ofensiva no van a poder resistir mucho tiempo ahí abajo”, asegura Nico.
Un millón de refugiados en una semana
Solo en la primera semana de ofensiva rusa sobre Ucrania más de dos millones de personas se han visto obligadas a huir de sus hogares, la mitad de ellas son refugiados huidos a los países vecinos, según datos de Naciones Unidas. Un éxodo que no se veía en Europa desde hace un siglo. La referencia más cercana es la guerra de los Balcanes, en la que el éxodo no fue tan rápido ni numeroso, recuerda la portavoz de ACNUR en España, María Jesús Vega.
La gestión de su llegada depende de la voluntad de los países de acogida. La huida masiva ha dejado caravanas de vehículos en los pasos fronterizos, la mayoría formados por mujeres y niños, ya que los hombres están obligados a quedarse a defender el país. ACNUR celebra que los países vecinos de Ucrania “están reduciendo considerablemente los criterios y trámites para el registro” y han preparado operativos de recepción.
Europa ha concedido un visado de protección temporal a los refugiados para que puedan moverse por toda la UE y acceder a procedimientos de asilo rápidos para obtener permisos de residencia y trabajo de un año extensibles a tres. Pero después seguirán teniendo que hacer frente a retos importantes como aprender el idioma de cada país, buscar alojamiento, escuelas para sus hijos… y, en este sentido, Vega subraya que “es importante que la solidaridad se mantenga y que sepamos que cada uno de nosotros podemos jugar un papel en la acogida, en ayudar a que esas personas que llegan se sientan mejor después de que todas sus estructuras familiares y comunitarias se hayan destrozado”.
Desde la Agencia de la ONU para los Refugiados prevén una crisis humanitaria larga que se suma a los millones de desplazados internos que había dejado el conflicto anterior de 2014 en el este de Ucrania.
Organizaciones y personas anónimas se vuelcan con los refugiados
En la acogida y distribución de los refugiados están colaborando varias organizaciones como la Fundación Juntos por la vida que trabaja desde hace dos décadas con niños de Chernobyl. Ahora están en la frontera de Polonia coordinando la llegada a España de menores.
Clara Arnal nos cuenta que llegan en un flujo constante las 24 horas del día, tanto que ”se están demandando más campamentos de refugiados en otras zonas de la ciudad, porque aquí ya no dan abasto” a pesar de la ayuda de la ciudadanía polaca volcada con sus vecinos. El frío y el miedo hacen mella en las familias.
La Fundación espera acompañar a los niños en un autobús hasta Valencia, en España, donde se reencontrarán con sus familias.
Personas anónimas como Jesús García lo han dejado todo para ayudar a escapar a los ucranianos de la guerra. El bilbaíno nos atiende desde su furgoneta en Bucarest. Decidió acudir a Ucrania tras escuchar el llanto de un niño en la radio. Alquiló el vehículo y pidió a un amigo que le acompañara.
Ha estado en la frontera de Ucrania con Hungría y, casi 5.000 kilómetros después, lleva de vuelta a dos hermanos ucranianos.