Tirar a los que tiran

Barcelona

Existen fundamentalmente dos tipos de parábola: la evangélica y la de artillería. Vivimos tiempos de la segunda. ¿Qué enseñanza se puede obtener de esta clase de parábola? Ninguna, pues su función no es aleccionar, ya que más bien se usa para ir tirando, sobre todo proyectiles. Cuando se va tirando, se originan siempre dos campos, que llamaremos campos de tiro: el de los que tiran y el de los tirados. Pero esto es así tan sólo inicialmente, porque en seguida se comparten los roles, y los tirados tiran y, a su vez, los que tiran acaban siendo tirados. Estos días vemos cómo la gente se une para tirar de una vez a los que tiran. Cuando era chaval, los tiros del momento eran los de la guerra del Vietnam, pero como me crié en un sitio difícil, en nuestras calles, más que los tiros, abundaban los tirones. Un tironero es un francotirador del bolso. Hemos convenido que con dicho tipo de parábola, la de artillería, pocas veces se llega a una moraleja. La Moraleja sólo está al alcance de los ricos, y pegarse tiros es de pobres. Bueno, más bien, lo es recibirlos. Sin embargo, aunque nunca aprendemos de ella, la parábola de los cañones continuamente nos plantea un conflicto, y no sólo armado. Yo no soy muy de meterme en conflictos como Lourdes Lancho (quiero decir, para denunciarlos); pero el que surge aquí resulta ineludible. La ética es lo que queda cuando ya nada se puede eludir. ¿De lado de quién hay que estar? ¿Del que tira o del tirado? Más aún: ¿hay que ayudar al tirado a tirar, cuando nos lo pide? La ética no da respuestas, sino que las exige. Por eso es tan molesta. Sin embargo, acepta respuestas diferentes; pues hay muchas éticas respetables, aunque manera de ser ético solo sirva una. Podemos obedecer a distintas verdades, pero hay únicamente una víctima, la población de Ucrania. Y no la podemos dejar sola.