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Romper con la brecha de género: las mujeres ganan fuerza en el sector de la construcción

Ellas ya constituyen el 9,6% de los ocupados en la construcción. Pese a este incremento, es un sector todavía muy masculinizado. Mónica, Sheila, Marusa, Eli y Sara nos cuentan sus historias y experiencias en este reportaje

Reportajes SER | Las mujeres toman el sector de la construcción

Madrid

Cuesta imaginar a una mujer manejando una grúa, levantando un muro de ladrillo o cavando una zanja, por ejemplo. Es casi imposible encontrar un rostro femenino en el sector de la construcción y aunque las mujeres se están abriendo paso poco a poco, todavía es un sector dominado por hombres.

“Nos miran como si fuéramos bichos raros, aún tenemos que sortear muchos baches y aguantar muchos prejuicios”. En A Vivir hemos hablado con Mónica, Sheila, Elizabeth, María Luisa y con Sara, cinco de las 123.637 mujeres que trabajan en este sector, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes a 2021, y todas coinciden. Aunque empiezan a pisar fuerte, 21.756 más que en 2020, todavía es un sector muy masculinizado. Solo un 9,6% de la mano de obra es femenina.

Mónica Bonilla decidió ser albañila a los 27 años. Lo tenía muy claro y por eso no tuvo miedo de plantearle a su padre que quería trabajar con él. “Cuando empecé en la obra mis compañeros me miraban con desprecio, tuve que callar muchas bocas”, explica. Su tenacidad le ayudó a convertirse en una albañila de la que su padre acabó estando muy orgulloso. Veinte años después, pese a la dureza de su trabajo y todos los baches que ha tenido que sortear, sigue ilusionándose con su oficio.

“Estamos igual de cualificadas”, afirma Sheila Lozano, experta en maquinaria de excavación y directora de una empresa que realiza canalizaciones de telecomunicaciones. Esta gallega también se estrenó en el sector siendo muy joven. La constancia y su obstinación por demostrar que una mujer puede trabajar igual de bien que un hombre son la esencia de su trabajo.

Elizabeth Cedrani trabajaba en el sector de la hostelería hasta que decidió probar en una empresa de instalaciones eléctricas. Lo suyo fue un flechazo, enseguida se dio cuenta de que quería ser electricista y de que ahí estaba su futuro. “Ánimo a todas las chicas a que prueben y no se echen atrás. A mí al principio me trataban con desprecio pero ahora, conociendo la calidad de mi trabajo, me consideran uno más”, afirma orgullosa.

“Las mujeres deberíamos mirar este sector como una oportunidad porque ofrece muchas salidas profesionales. Hay bastantes tareas dentro de una obra que requieren más formación y cualificación que fuerza bruta”, afirma María Luisa Barros. Para esta espeleóloga que trabaja en una empresa de trabajos verticales, a veces, las barreras a las que se enfrentan no las ponen las empresas sino las propias mujeres que no se ven trabajando en un sector tradicionalmente masculino.

La primera vez que pisó una obra sintió la presión de las miradas de sus compañeros: “Las mujeres tenemos que demostrar más, sin duda, hay que guerrear más”. Sara Fuster es montadora de andamios y, al igual que Elizabeth, lo suyo fue un flechazo. Le fascina la construcción, el proceso en el que transita desde el vértigo inicial a la excitación de ver que todo va encajando.

Al contrario de lo que se piensa las mujeres son mano de obra cualificada. Seis de cada diez ocupadas en el sector tienen estudios de educación superior, les siguen las que tienen la segunda etapa de educación secundaria, el 23%, de las cuales algo más del 12% proviene de la Formación Profesional. El número de ocupadas con estudios primarios o incompletos es mínimo (1,4%). Estas mujeres son conscientes de la importancia del aprendizaje constante como elemento diferenciador. Para promover una mayor incorporación femenina, la Fundación Laboral de la Construcción trabaja en la elaboración de distintas medidas de formación y sensibilización para conseguir un sector más igualitario. En 2021 pasaron por sus aulas más de 6.000 alumnas.

Las protagonistas de este reportaje son una pequeña muestra de que hay mujeres que no se rinden, que persiguen sus sueños y rompen estereotipos demostrando que en el sector de la construcción lo que importa es la ilusión, la formación y las ganas de abrirse camino. No el género.