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Luis Torras, pintor en activo a los 109 años de edad

Este pintor gallego puede presumir de ser el pintor en activo más longevo del mundo

Luis Torras, pintor en activo a los 109 años de edad

Luis Torras, pintor en activo a los 109 años de edad

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Hay una casa en la ciudad de Vigo donde vive un pintor que, como todos los pintores, cuando despierta por la mañana dirige los primeros pensamientos al lienzo que tiene entre manos. El pintor del que les hablo se llama Luis Torras y tiene 109 años de edad. Gran parte de su colección está en la Casa das Artes, de Vigo, pero también hay obra suya en el Reina Sofía, de Madrid, en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, en el Museo de Pontevedra, la Colección de Afundación...

109 años de vida

Hay viento del suroeste, no tardará en llover. Por la calle Emilia Pardo Bazán pasa una mujer con paraguas negro. Una mañana como esta, ya lejos en el tiempo y al otro lado del océano, Leonor Acevedo, consciente de que había cumplido 95 años, se dijo: “Caramba, se me fue la mano”. Leonor, traductora argentina y madre del escritor Jorge Luis Borges, todavía vivió algunos años más. Hasta que un día de julio de 1975, los vecinos y amigos subieron hasta el sexto piso de la calle Maipú, en la ciudad de Buenos Aires, para velarla. Los coleccionistas de anécdotas sostienen que cuando una vecina dio el pésame, se mostró especialmente apenada porque Leonor hubiera muerto a los 99, sin poder celebrar los 100 años. Borges le contesto: “Señora, me parece que exagera usted el prestigio del sistema decimal”.

Siguiendo el criterio de Borges, no creemos necesario esperar a que las cifras sean redondas para visitar a María Jesús y Luis. Luis Torras tiene 109 años, - “¡Que ya está bien, Benitooo! Ya no soy de este mundo” -, su esposa, María Jesús Incera, 99.

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En el estudio de pintura se apilan bastidores y lienzos. Luis busca las marcas que hizo en el suelo para colocar el caballete en la posición y perspectiva exacta. Le ayuda Marina, su nuera. María Jesús les mira hacer desde una silla, arrimada a la puerta - “Hace fresquito”- .

Luis aparta las hojas de periódico que cubren el bodegón que está pintando. Es una fuente blanca llena de membrillos que se derraman sobre la madera oscura de la mesa. Entre los membrillos hay una botella labrada color amatista, al fondo otra transparente y una tercera azul turquesa con tapón de vidrio ámbar a juego con la cubitera y las copas que penden de la abrazadera de metal.

Luis vuelca los pigmentos que va a necesitar sobre la mesa donde realiza las mezclas. - “Esto es polvo, es un amarillo de cadmio. Y esto son tierras, ocres. Y mires usted, esto acabo de terminarlo esta mañana, que es cuajada de la leche. La he echado a perder, mire usted cómo queda la leche. Tengo que echarle cal, hago una pastita y con un poco de agua lo mezclo con esto. Y ya está, cojo el pincel y a trabajar”-

Como cada mañana, Luis se ha levantado temprano, ha leído el periódico, ha desayunado y ha venido al estudio a pintar.-” Y aquí es mi vida. No sé si buena o mala, pero es la mía”- .

¿Quién es Luis Torras?

Luis Torras Martínez nació el 29 de diciembre del año 1912 en la ciudad de Vigo. De su niñez en aquel Vigo de principios del siglo XX, recuerda a las mujeres que iban con una patena en la cabeza vendiendo sardinas de casa en casa, empapadas de agua de lluvia y agotadas para al final del día sacar algo de calderilla para vivir. Por las calles se oían las voces de las vendedoras, - ¡” Arena fina de Alcabre!”-.

Los padres de Luis tenían una cerería frente a la Colegiata de Vigo, la Cerería San José. En los alrededores de aquella cerería se improvisaban grandes partidos de fútbol. -” En una explanada frente a casa. Coño, es que Vigo no era lo de hoy. Y allí armábamos la pelota de trapo con una media de mujer. Se rellenaba de cosas y trapos, se le daba la vuelta y quedaban unas pelotas estupendas”-.

Luis iba por las mañanas al colegio de los Hermanos Maristas, - “y allí había clases de palotes, ¿usted no sabe lo que son palotes?, y caligrafía. Y yo lo hacía muy bien, me salía cojonudo. Me daba cuenta de niño que tenía una facilidad” -

En las paredes del piso familiar no colgaba ningún cuadro, pero si en el piso de un médico jubilado que vivía en el segundo. - “Era aficionado a la pintura. Y yo me colaba en su casa y tenía la casa llena de cuadros. Y yo vi aquello y ya me entró de verdad” - Un día, no recuerda cómo, supo que en Vigo había una exposición de pintura. - “Y yo, sin que nadie me llevara, fui a verlo. Y coño, me gustó aquello. Me dije, esto soy capaz de hacerlo yo casi...” - Lo siguiente fue pedir consejo al médico, que le puso en contacto con su primer profesor de pintura, Maximiliano Vidales Espinosa. Pero su padre no apoyaba en aquella afición. Tuvo que trabajar en el negocio familiar, sacarse el bachillerato, hacer la mili y por fina, a una edad ya avanzada, tenía 23 años, consiguió que le dejaran ir a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. -” Y allí me fui yo con muchas dificultades económicas. Madrid me pareció grandioso” - Entre sus compañeros de clase, recuerda a un jovencísimo Antonio Buero Vallejo. - “Era el más joven de todos los que habíamos allí. Un día se me acercó y me dijo , - Hombre, ¿por qué no te haces afiliado a este sindicato, la FUE”- Buero Vallejo, que por aquel entonces quería ser pintor, era el secretario de la Federación Universitaria Escolar en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. -” ¡De izquierdas a to meter! Y me dijo – Puedes ir a todos los museos gratis - Y coño, encantao, - Sí, sí, hazme ya – Yo qué coño sabía ni de derechas ni de izquierdas...”

Al final del curso, Luis regresó a Vigo con el orgullo de haber obtenido tres diplomas de mérito. Era el verano de 1936. -” Y allí, empezó la guerra, filliño. Estropearon la vida a todo el mundo. Me enrolaron y allí me fui a pegar tiros y a recibirlos” -

La primera herida de guerra la sufrió en el tobillo. Tiempo después, durante una incursión, otra bala le alcanzó la cabeza, al lado de la oreja. -” Claro, me descubrí y el tío que me tiró fue personal, tiró de verdad a un objetivo fijo. Coño, me gustaría encontrarme a este señor y tomarme un café y comentar eso. Me hubiera gustado, pero ya estará muerto. Me hubiera gustado charlar con él” -

Acabada la guerra civil, Luis regresó a Madrid para concluir los estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. - “Ya era otra cosa, otra gente” - De aquellos días, recuerda la confidencia que le hizo un compañero de clase. - “Era escultor. Me dice - Coño, ¿tú sabías que estuvieron para fusilarte, que te iban a fusilar? - ¿A mí? Coño, me extrañó horrores. ¿Y sabes por qué? Porque tenía el carnet de la FUE. Joder, pues todavía tengo el carnet de él, el secretario Buero Vallejo” -

Luis obtuvo el título, dio clases de Dibujo en Madrid y durante un viaje por Andalucía en busca de paisajes, conoció a la hija de un abogado y militar destinado en Ronda. Se llamaba María Jesús.

- Porque él iba a pintar allí, a Ronda. El “tajo” y muchas cosas...

- Han pasado cincuenta años o no sé cuantos

- ¿Qué dices, Luis, qué dices?

- Setenta y tantos años...

- Muchas veces le he servido de modelo, pero después de casarnos.

- Sí, me ha servido, me ha servido

- ¿Tú me pintaste antes de casarnos...

Luis Torras y María Jesús se trasladaron a vivir a Vigo, tuvieron un hijo, Luis dio clases en la Escuela de Artes y Oficios, participó en exposiciones, vendió obra y compaginó la pintura con el negocio familiar, la cerería.

Los críticos describen el mundo pictórico de Luis Torras con palabras como estatismo, composición, silencio, existencia. Si le preguntan al autor, le oirán decir. - “¡Ay, iso non o sei! , una (pintura) me parece muy buena y otra me parece muy mala. Es que nunca llegas a hacer una cosa como dios manda, hombre. Es que coño, que cuesta un huevo. Siempre hay que hacerlo mejor. Quizás no me deje pensar en otra cosa la pintura. Hace poco me rompí un brazo. Me caí y me dejó escangallado este brazo. Pero yo sigo, yo estoy pintando, mientras aguante. Ahora mismo trabajo, lo demás son cuentos. Cada día es nuevo para mí, lo demás desparece. Es lo que estoy viviendo en este día, nada más”.

Severino Donate

Severino Donate

Llegó a la SER en 1989. Ahora hace reportajes.

 
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