Opinión

Nada parece cambiar

Dudas Razonables, el comentario de Josep Cuní

Nada parece cambiar

Barcelona

Continúa el asedio a las grandes ciudades ucranianas. Irpin, a las puertas de Kiev, ha sufrido bombardeos directos contra la sociedad civil. Como en Mariúpul, su alcalde dice que la ciudad ya no existe. Ahora parece que Odessa será la próxima. Y esto lleva a Zelenski a advertirlo en forma de lamento por ser históricamente aquella una ciudad balneario en la que los ciudadanos rusos pasaban sus vacaciones y siempre fueron bien recibidos y atentamente tratados.

Según la ONU el número de refugiados ya supera el millón y medio y Polonia ha empezado a restringir el número de convoyes militares de ayuda a quienes cruzan su frontera donde cada vez más ciudadanos de diversos países se agolpan para llevarse a familias y acogerlas en sus países de residencia. Tenemos diversos ejemplos de españoles que así lo hacen. Como quienes se acercan a aquellos puntos calientes llevándoles medicamentos, comida, asistencia y aliento en medio del frío y la nieve.

En Rusia, en cambio, la desinformación aumenta. A las sanciones especificadas el fin de semana contra quienes informen con lo que el sistema considera falsedades y mentiras y que es todo lo que no sea oficial, se suma la represión que ayer volvió a dar muestra de su acción. Otros miles de manifestantes contra la guerra fueron detenidos y ya se ha perdido la cuenta. Todo esto pasa a las puertas de una nueva reunión entre las partes, la tercera, que al parecer va a tener lugar hoy. Y por la experiencia vemos como antes y después del supuesto diálogo, Putin amplia su ofensiva, aumenta la crudeza de sus acciones y advierte al mundo entero. Ahora diciendo que cualquier país que permita utilizar sus bases militares al ejército de Ucrania, le considerará partícipe en el conflicto.

Y mientras tanto, nada parece cambiar. Y esta es la duda razonable. Hasta cuándo. Porque vemos que más allá de las palabras de condena, de los estudios alternativos acerca de como dejar de comprar gas y petróleo a Rusia como se sigue haciendo, y de las advertencias de nuestros líderes de que lo peor está por llegar, la ciudadanía se impacienta ante la desolación de un paisaje víctima de una guerra que todos insisten en decirnos que no esperaban ni quieren. Pero que ahí está.