El juicio contra una red de peleas de perros destapa la connivencia de varios veterinarios en esa actividad criminal

Madrid

Hasta 22 perros intervenidos en una finca de Fuente El Saz, centro de operaciones de esta organización criminal, murieron en los días posteriores por las heridas que presentaban o tuvieron que ser sacrificados. Ninguno de los acusados hizo algo para evitar esas muertes. Estaban dentro de su plan para enriquecerse. Si un can moría siempre había otro para ocupar su lugar en la próxima pelea.

Es más, los perros heridos eran utilizados como sparrings alargando así su sufrimiento. Pero ya sufrían desde que nacían. De eso se encargaba esta organización: los cogían como cachorros para entrenarlos, los dopaban con esteroides y si perdían el combate agonizaban durante días sin atención veterinaria.

Por eso entre los 23 acusados hay dos veterinarios que presuntamente atendieron a los perros heridos, pero jamás denunciaron que las heridas que presentaban eran las típicas de una pelea. Estos dos facultativos han estado toda la mañana intentada convencer a los magistrados de que no supieron nunca nada.

Es decir que un doctor en veterinaria no sabía distinguir a una raza peligrosa de otra más tranquila. Escuchándolos en la Sala las dudas han asaltado a los asistentes porque con esas consideraciones nunca debieron de obtener su título. De ahí que se hayan negado a pactar con la Fiscalía porque de hacerlo habrían sido inhabilitados y sus clínicas veterinarias cerradas.

Una vista que ha culminado con la sensación de que estos dos veterinarios van a ser condenados y perderán su homologación profesional.