Cortar amarras

Barcelona

Lo ideal es cortar todas las amarras con Putin. Washington lo acaba de hacer: no comprará más petróleo ni gas rusos. El objetivo es que ningún hospital de niños más explosione por culpa de bombas financiadas con dinero procedente de países democráticos. Europa ya ha elaborado un plan para acercarse a este fin; un plan que impone ahorros, diversifica el suministro y acelera la implantación de energías renovables con que sustituir el carburante ruso. Podrá así, este año, prescindir de dos tercios de ese suministro.

Pero no llega a cortar todas las amarras, porque el viejo continente depende mucho más del petróleo y el gas ajeno que Estados Unidos. Y construir un gaseoducto requiere mucho tiempo: se necesitan años. Mucho más que impedir el acceso a la red mundial de pagos bancarios: se ha hecho en pocas horas. Y la energía es la savia que alimenta a la economía, permite el funcionamiento de la industria, calienta los hogares y mantiene en marcha a los hospitales infantiles. Los Gobiernos europeos no pueden permitirse el apagón total de la energía rusa. Sería como condenar al hambre y al frío a sus ciudadanos. Y provocaría revueltas terribles.

Pero siempre puede hacerse más. Lo imposible debe ser posible estrujando todas las ideas, todos los esfuerzos, todas las alternativas, todas las voluntades. Quedan dos días para que los 27 aprueben oficialmente en la cumbre europea el programa de reducción de compras de carburante ruso. En 48 horas estamos obligados a forzar milagros.

Escucha todas las miradas de Xavier Vidal-Folch