La guerra no tiene rostro de mujer

Todo lo que sé de la guerra lo he leído en los libros. Por eso hace días que no dejo de pensar en Svetlana Alexiévich y las numerosas voces que recogió en su libro La guerra no tiene rostro de mujer sobre la experiencia de las mujeres en la Segunda Guerra Mundial. La escritora bielorrusa se definía como una historiadora del alma porque, dejó escrito, "los recuerdos no son historia y tampoco literatura. Simplemente son vida, llena de polvo y sin el retoque limpiador de la mano del artista".

En el caso de Ucrania, por desgracia, aún no es el tiempo de la literatura ni de la memoria pero el trabajo de excelentes periodistas a pie de frontera nos permite escuchar las voces del presente. Las busco entre la profusa producción informativa de estos días para entender lo que están viviendo las víctimas de la guerra y para esto tengo que rescatarlas del abundante sensacionalismo descarnado que no parece tener límite alguno. Como en otras tragedias, no faltan los buitres carroñeros insensibles y sin escrúpulos. Algunos canales de televisión se están luciendo con su explotación pornográfica de la guerra. Por eso prefiero leer o escuchar lo que puedan contarnos los que sufren. Siempre habrá más verdad en sus palabras que en todo ese otro vergonzoso espectáculo.