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Cristina hace de su casa un refugio: "No tenemos sótano, cuando suena la sirena nos metemos en el baño"

Cristina, de 65 años, cuenta que vive en una casa sencilla junto a su familia y no tienen sótano, por lo que han tenido que habilitar un baño con alimentos, almohadas y un colchón así como con mochilas de emergencia por si tienen que huir

Madrid

Más de 2,5 millones de ucranianos han abandonado su país dejando atrás toda una vida y los que todavía siguen lamentan como en solo 15 días sus vidas han cambiado radicalmente en apenas dos semanas. Cristina es una de ellas, una ucraniana de 65 años que vive -y sigue- en un pueblo pequeño llamado Vynnyky junto a su familia. Habla español porque vivió durante 20 años en España, aunque decidió volver a su país para tener una vida "tranquila y próspera" con sus hijos y nietos. Pero todos esto se truncó cuando llegó el terror y el dolor de la artillería y bombas rusas. "Todo ha cambiado aquí desde el día 24, cuando empezó la guerra", le ha explicado al enviado especial de la Cadena SER, Nicolás Castellano.

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Cristina y su familia no tienen un sótano en el que esconderse, por lo que han habilitado un refugio en el baño: "Tenemos una casa sencilla, no tenemos sótano, por lo que cuando suena la sirena nos bajamos al baño de la planta de abajo para escondernos, porque no tenemos otro sitio", explica. Cristina cuenta que han traído agua, galletas, almohadas y un colchón para dormir. De igual modo, comenta que tienen un refugio antibombas a seis minutos de su casa, pero que es "muy peligroso" huir cuando suena la sirena. "Hoy la sirena ha sonado a las cinco de la mañana, y los niños estaban durmiendo y se han puesto a llorar, por lo que es más rápido bajar hasta aquí", dice.

Esta ucraniana de 65 años cuenta que han preparado unas mochilas de emergencia por si en algún caso las tropas rusas ensañan sus ataques y tienen que salir corriendo. Unas mochilas solo con lo imprescindible. "Tenemos muy poco en nuestras mochilas, solamente la documentación, un cambio de ropa, una botella de agua, lo necesario para salir corriendo", añade. Aun así, Cristina insiste: "Lo más importante es salvar nuestra vida, no importan ni la casa, ni el coche, ni nada material".

"Podremos mirar de nuevo a los rusos como buenos vecinos, pero van a tener que pasar muchos años"

Cristina trabajó en España durante 20 años cuidando a personas mayores, niños e incluso en una fábrica. Sobre su relación con Rusia cuenta que siempre ha pensado que los rusos eran muy amigos. "Y tenía muchos amigos rusos, pero ahora todos los contactos se han perdido", añade. Sin embargo, todavía hay esperanza: "Creo que podremos volver a mirarles como vecinos, como buenos vecinos, pero van a tener que pasar muchos años", sentencia.

 
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