La cubierta y la fachada del Nuevo Mestalla, condicionadas por un presupuesto “muy ajustado”

València

Después de exponer durante los últimos dos días el Nuevo Mestalla de mínimos que Peter Lim pretende imponer a las autoridades políticas en lo concerniente a aforo, parking y otras dependencias (restaurantes, museo del club, tienda oficial…), hoy miércoles llegamos a otro de los grandes cambios que Fenwick e Iribarren operan en el estadio: el nuevo diseño de la cubierta y la fachada del edificio.

De la cubierta icónica que se proyectó en 2006 no queda nada. Esa piel metálica que se fundía con la fachada y en la que estaban representados todos los barrios de la ciudad ha desaparecido por completo. Ya en 2013, Amadeo Salvo encargó un rediseño para reducir el coste total de la obra. En esa nueva configuración, ya solo estaban cubiertas el 75% de las localidades del estadio, que de los 75.000 iniciales pasaba a 61.000 espectadores. En 2017, ya con Anil Murthy en el club, se aprobó un tercer diseño con una cubierta más convencional, todavía más económica, formada por un tejido de membranas de fibras de vidrio y teflón sobre una estructura metálica. Los arquitectos indicaron en aquel momento que la solución ya se había empleado en el Wanda Metropolitano y en Maracaná.

Esta cuarta cubierta que el Valencia ha presentado a la administración abarata más si cabe los costes. Fenwick e Iribarren dicen de ella en el proyecto básico reformado que se asemeja “a un velo que se dejara caer sobre postes verticales” y comparan el funcionamiento de la estructura al de “una enorme rueda de bicicleta colocada en horizontal, cincuenta pilares de acero facetados, sostienen dos anillos estructurales. El estructuralmente más poderoso, el exterior, con vigas en tubos de acero de gran grosor que trabaja fuertemente comprimido. El segundo anillo, el interior, mucho más liviano, formado por un conjunto de cables de acero trabajando fortísimamente traccionados”. El espacio que queda entre los sables de las vigas se rellena con una membrana de PVC.

Por lo que respecta a la fachada, los arquitectos reconocen en la memoria presentada al Valencia que su diseño ha estado condicionado por unos “serios impedimentos” como punto de partida: una base geométrica muy compleja y un presupuesto “muy ajustado”. La nueva fachada podría dividirse en tres segmentos horizontales: la parte inferior, compuesta por vidrios y chapas perforadas, de apariencia ligera y transparente; la intermedia, dotada de una serie de tubos de acero rectos y lacados; y la superior, rematada con un conjunto de membranas tensadas.

El proyecto básico reformado hace una alusión muy somera respecto a la posibilidad de adaptar la instalación y realizar un cambio de uso a modo atletismo, creando una gran plataforma con una estructura auxiliar que colmataría toda la grada baja. Fenwick e Iribarren indican, eso sí, que “este proyecto en particular no es objeto de esa licencia ni acomete su desarrollo arquitectónico, estructural o de instalaciones en detalle. Ni especifica plazos ni presupuestos necesario para realizar la propia transformación del estadio, ese desarrollo se deberá justificar posteriormente en un proyecto que complemente el actual”.

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