Opinión

Puigdemont, Alay, los rusos y Rufián

Dudas Razonables, el comentario de Josep Cuní

Puigdemont, los rusos y Rufián

Puigdemont, los rusos y Rufián

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Barcelona

"Cuando el pasado verano el The New York Times publicó los contactos del entorno del president con representantes del Kremlin en la recta final del procés para potencialmente pedir ayuda en caso de proclamar la independencia de Cataluña, una parte destacada del independentismo cargó contra aquel diario, contra el mensajero que, de repente, dejó de ser el prestigioso The New York Times (su corresponsal en España, Raphael Minder entraba en el Palau de la Generalitat y era recibido como un ministro extranjero. Para sorpresa del propio Raphael, )

El responsable actual de la oficina del presidente Puigdemont, Josep Lluís Alay, aceptó una entrevista en este programa para desmentirlo todo. Fue el 5 de noviembre pasado y vino a decir que, como el artículo estaba narrado en tercera persona, el narrador era directamente la Guardia Civil. El vídeo puede recuperarse en nuestras redes y todo lo que se decía en aquella información filtrada, decía, procedía de su teléfono móvil.

Era obvio entonces, y de eso quedó constancia en aquella entrevista que en el móvil de Alay había algún tipo de información de las características que ahora han llevado a Gabriel Rufián a hacer uno de sus típicos titulares característicos, llamando la atención, jugando con las palabras con James Bond y con las fantasías para desacreditar al partido de sus socios de gobierno de la Generalitat, pero competidores acérrimos por la hegemonía del independentismo catalán.

Y Jordi Sánchez, en nombre de Junts, se ha limitado a desmentirlo y a tildarlo de miserable. Ese nuevo ruido ha venido precisamente a causa también de que El Periódico de Catalunya y El Confidencial hayan ido atando cabos siguiendo aquella investigación periodística del New York Times y concluyendo que el propio Alay viajó como mínimo tres veces a la última vez en febrero del año 20 para reunirse con personas cercanas al Kremlin.

La historia a veces suele dar unos giros realmente curiosos, porque aquel tipo de fantasía que se pretendía hace exactamente dos años era motivo de recriminación. Porque Rusia, la Rusia de Putin, ahora a raíz de la invasión y de la guerra de Ucrania, aparece como un país apestado, apestado por toda la opinión pública mundial, al que quien se le acerca se le castiga con las iras del infierno.

Y es ahora precisamente cuando aquellos contactos precisan de una mayor información y, por supuesto, de total transparencia, aunque sea para explicar y justificar que con los ojos de hoy todo es distinto. Pero con los de aquel momento hubiera sido posible, aunque difícilmente creíble ni probable, que Cataluña se hubiera convertido en un simple Sputnik antes de los hechos de octubre de 2017. Ya corrían rumores parecidos a lo de Rusia, hablaban de Israel, pero todo sonaba a las fantasías que luego fueron.

La duda razonable no está en la ucronía de qué hubiera podido pasar de verdad si esos contactos hubieran prosperado. Y si las amistades peligrosas de Cataluña, de la Cataluña de entonces, con el Kremlin hubieran fructificado. La duda razonable es cuánto hubo de juego inocente o infantil No sé qué sería más grave. Había aquellas fantasías, porque si el resto de las promesas hechas y como se ha visto totalmente incompletas e inconcretas, no fueron más que humo de hojarasca, jugarán las amistades peligrosas, como aquel que juega al escondite más allá de una gran fantasía. También indicaba que no había ni conocimiento, ni capacidad, ni tan siquiera nivel político para excitar a nadie que no fuera de la familia. La prueba la tuvimos el 2 de octubre, cuando precisamente ninguna cancillería internacional reconoció ni implícita ni explícitamente nada que no fuera la represión de la Policía y la Guardia Civil. Ante una imagen que mancilla la reputación de España y que en España todavía escuece. Pero los catalanes siguen allí, seguimos allí y probablemente allí seguiremos durante mucho tiempo. Porque el independentismo no tan solo no está fuerte, sino que toda la coyuntura internacional no le acompaña"

 
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