Padres y deporte

Como se acerca el 19 de marzo, Día del Padre, he visto conveniente tratar un asunto que no resulta baladí y es la vinculación del deporte con la paternidad. Muchos son los casos de sagas de padres e hijos en el mundo del deporte con dispar resultado.

En el mundo del fútbol existen muchos ejemplos de hijos de futbolistas top que, por un motivo o por otro, no alcanzaron el nivel ni la trascendencia de sus progenitores, valgan como ejemplos los casos de Johan y Jordi Cruyff o la saga de los Zidane, con Zinedine a años luz de sus hijos Luca y Enzo. Si extrapolamos el caso a otros deportes como F1, llamativos son los casos de Michael y Mick Schumacher o de Nelson y Nelsinho Piquet en los que, la enorme calidad y el palmarés de los progenitores parece fagocitar las opciones de triunfo de sus cachorros.

Sin embargo, también se da la circunstancia contraria, es decir, deportistas de élite que han sobrepasado la fama y el nivel de sus progenitores, en este grupo tienen cabida nombres tan ilustres como Carles y Sergio Busquets, o Cesare y Paolo Maldini. En ambos casos, los títulos y logros de los hijos sobrepasan abrumadoramente los de sus padres.

Por tanto, tenemos casos en los que los padres son mejores que los hijos y otros en los que los hijos son mejores que los padres. Debe haber algo de genética en todo este asunto, aunque también influirán otros condicionantes. Sea como fuere, hay muchos padres que sienten la necesidad de que sus hijos lleguen en el mundo del deporte donde ellos mismo no pudieron hacerlo. Esto genera ansiedad en los hijos y dificultad, el fin principal de hacer deporte, que no debería ser otro que el disfrutar.

Todos hemos visto en demasiadas ocasiones a padres increpando a los rivales de sus hijos, incluso a los propios compañeros y al entrenador, por no estar a la altura del “crack” al que tienen por hijo. Son padres que hacen un daño tremendo al deporte y que proyectan sobre su descendencia la frustración propia por no haber podido triunfar o, de haberlo hecho, la presión por repetir y superar los éxitos cosechados.

Los padres debemos compartir deporte con los hijos, debemos acompañarlos, apoyarlos y ayudarlos en lo que esté en nuestra mano, no para que triunfen, sino para que sean felices y aprendan valores. El problema es que la línea divisoria entre deporte, como diversión y como carrera profesional, es tan fina que se suele diluir en muchos casos.

Vaya mi felicitación desde aquí a todos aquellos papás que están al lado de sus hijos y que fomentan la diversión y los valores, a todos aquellos papás que, incluso sabiendo que no tienen a un futuro crack en casa, los acompañan en la actividad de su elección y los apoyan. Esos padres sí que son digno de elogio, aunque nunca hayan levantado ningún trofeo.