¿Qué precio están dispuestos a pagar los gobiernos de Moscú y de Kiev?
'Dudas Razonables', el comentario de Josep Cuní
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¿Qué precio están dispuestos a pagar los gobiernos de Moscú y de Kiev?
Barcelona
Rusia y Ucrania coinciden en decir por primera vez que avanzan en un plan hacia el alto el fuego. Haría falta que el país renunciara explícitamente a entrar a la OTAN. Una cuestión que Zelenski ya dijo ayer que pasaría y que había que asumirlo.
En definitiva, pues volvemos hacia atrás, recuperamos las palabras de Javier Solana, que cuando habla de eso sabe de lo que habla, porque no en vano fue secretario general de la Alianza Atlántica cuando advirtió al principio de la guerra que uno de los errores cometidos por accidente fue hacerle creer a Ucrania que podría entrar en ese club. La misma OTAN ayer volvió a pronunciarse en el mismo sentido, pero también en que no entraran en combate ni caerán en provocaciones que les empujó a hacerlo.
Las consecuencias serían todavía peores mientras el propio Zelenski se dirige al congreso norteamericano, e implora más ayuda. Recuerda Pearl Harbour y el 11-S, dos heridas históricas que están escogiendo todavía como las cicatrices que la historia ha dejado en los Estados Unidos, cada vez que se invoca esos episodios. Pero atención. Porque de esas gestas bélicas, las réplicas norteamericanas fueron terribles. De la primera, Hiroshima y Nagasaki. De la segunda la guerra de Irak. Las heridas de la cual a nivel internacional no han ni siquiera cicatrizado. Allí seguimos teniendo la inestabilidad que ha quedado después de la caída de Sadam Hussein, que se fue complicando en otros territorios de la zona y alcanzó incluso a Libia, la Libia post Gadafi. O al Afganistán que vuelve a ser de los talibanes. Por no hablar de Siria y su guerra, que lleva ya 11 años, que ha provocado más de 6 millones de refugiados y 7 de desplazados, guerra que para algunos analistas muestra la táctica militar que Putin estaría llevando a término en Ucrania.
La prueba la tenemos en la ciudad de Mariúpol, convertida en un infierno a cielo abierto y donde ayer hubo otro ataque a un teatro que se había convertido en albergue de refugiados y que Rusia niega haber producido. A estas horas se sigue trabajando en los escombros, intentando recuperar algunos cadáveres. O quizá, por qué no, algunas vidas.
Mientras todo eso está pasando, la política internacional sigue girando en torno a este conflicto que ha llevado al Consejo de Europa a expulsar a Rusia. Así que desde hoy aquel país queda fuera del control de la defensa de los derechos humanos, cosa que, paradójicamente, abandona a su suerte a la ciudadanía rusa, que queda sin protección internacional para que así pueda quedar libremente en manos de las diversas represiones de Putin.
La duda razonable es ¿qué precio están dispuestos a pagar los gobiernos de Moscú y de Kiev en primera instancia? ¿Cuántos muertos puede subir Putin en defensa del honor ruso, aunque de momento los esconda? Pero ¿cuántos puede soportar también Zelenski invocando al patriotismo y a la resistencia?




