Samuel L. Jackson: "Aprender textos me ayuda a combatir el miedo a quedar atrapado en la demencia"
El actor, que protagoniza la serie de Apple TV+ 'Los últimos días de Ptolemy Grey', se sincera sobre el envejecimiento, su historial familiar de demencia y la situación de la industria del cine
Madrid
Samuel L. Jackson es uno de esos actores atemporales que parece que siempre han estado detrás de la pantalla del cine. Le hemos visto como drogadicto, como asesino, como esquizofrénico, como caballero Jedi, o incluso dentro del Universo Marvel. Pero a sus 73 años sabe que el tiempo pasa inevitablemente. “Estoy envejeciendo cada día, soy un poco viejo. ¡Sé mucho sobre envejecer!”, dice sentado en una soleada habitación con vistas al mar a través de una videollamada. El actor interpreta a un personaje dos décadas mayor que él en su último proyecto, y tiene bien aprendida la lección del paso del tiempo.
En Los últimos días de Ptolemy Grey, la nueva miniserie de Apple TV+, el intérprete se pone en la piel de un anciano que sufre demencia, abandonado por su familia en un apartamento insalubre. Está basado en la novela homónima de Walter Mosley, de la que el actor se quedó prendado y en cuya adaptación ha trabajado como productor ejecutivo. “Me identifiqué mucho con ella porque yo estaba viviendo con mi abuelo, mi madre, su hermano su hermana… Todas esas personas de mi familia padecieron Alzheimer o demencia, y he visto apagarse la luz en los ojos de muchas personas. Así que quería rendir homenaje a esas vidas de las personas que me nutrieron y cuidaron, y presentarlas de una manera honorable y comprensible”, dice emocionado.
Es impactante ver a Jackson tan frágil y débil, con una barba áspera y una mirada perdida en sus ojos, mientras vive en la miseria, casi abandonado por su familia. Una situación que, tanto el autor del libro como el propio intérprete, han vivido muy de cerca en sus casas. “A medida que fallecieron mi madre y mi abuelo, me volví más decidido a contar esta historia y a asegurarme de que la gente entienda que las personas que aman todavía están ahí, dentro de esas personas, así que no puedes ignorarlas. Tienes que cuidarlas y amarlas como si todavía estuvieran contribuyendo a tu vida”, asegura Jackson.
La preocupación de que Jackson pueda seguir el mismo camino que sus padres le preocupa. Debe volver al escenario a lo largo de este año, en una obra que aún no se ha anunciado. Será la próxima vez que pisará el teatro desde que interpretó a Martin Luther King en Broadway en 2011, y ya está memorizando las líneas. “No sé si soy tan capaz como era a la hora de aprender los textos. Saber que puedo levantarme todos los días y regurgitar diálogos me ayuda a combatir el miedo a quedar atrapado genéticamente en todo lo que fueron mis padres y mis abuelos”.
A medida que los recuerdos de Ptolemy Grey se desvanecen, comienza a depender de una joven huérfana, Robyn, amiga de la familia. Entre ellos se establecerá una relación muy estrecha en la que el diálogo internacional y el respeto por los mayores cobran especial importancia. “Esta serie explora los beneficios de ser mayor o de poder tener una conversación entre esos dos grupos de edad. Habla de la relación que puede desarrollarse entre dos personas que no se conocen pero que tienen la necesidad de compartir el amor”, dice acerca del trabajo con su compañera de reparto, Dominique Fishback.
Como bien señala durante la entrevista, Los últimos días de Ptolemy Grey no es un drama sentimental sobre la enfermedad. “No es solo un canto fúnebre sobre la demencia de Alzheimer”, dice, “se trata de muchas otras cosas diferentes”. De hecho, cuenta con un elemento más propio de la ciencia ficción, ya que Grey toma un medicamento milagroso que revive temporalmente sus recuerdos.
Jackson ha participado en las películas más taquilleras de todos los tiempos, y tiene muy claro el tipo de proyectos que acepta. “No hago muchos estudios cinematográficos de personajes”, dice. “Tiendo a hacer películas palomiteras que habría ido a ver cuando era niño, películas que me hacen feliz. Porque, creo, la gente va al cine para sentirse atraída por la alegría y la emoción de la vida. Pero también que hay un lugar para historias como esta, que necesitan ser contadas”, asegura.
El actor, que este año recogerá el Oscar honorífico para homenajear su carrera, valora los cambios que se están produciendo en la industria. “Ahora hay más historias que contar y la gente necesita más contenidos. Las personas que escriben y cuentan las historias son muy diferentes. La gente ya está acostumbrada a tener médicos negros y médicos que son mujeres”, dice mientras ensalza la diversidad. “El cine en sí mismo se ha desmitificado. La forma de hacer cine era como un gran misterio antiguo. Ahora, ni siquiera usas películas, la gente hace películas en sus teléfonos, los niños hacen películas en la escuela. Entonces desmitificas el proceso, más personas lo hacen y da mayor acceso al público”, finaliza.