Del Impala al Drag, pasando por Positzen y Kentia: Fiebre del sábado noche en las grandes discotecas de Puertollano

Puertollano

Igual que Sabina, montado en su caballo de cartón, cantaba aquello de "Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal", en Puertollano había otras sagas que la gente podría recitar de memoria. No de paradas de metro, aquí no llegamos a tanto, pero sí de otro tipo de bocas que engullían a miles de personas cada día, y sobre todo, los fines de semana. Hablamos, claro, de nuestras discotecas históricas.

Y decimos discotecas, y no discopubs, de los que nos hemos venido ocupando hasta ahora con los ilustres noctívagos Diego Rodríguez y Carlos Lanza. Hoy se suma al equipo una leyenda de las cabinas y los platos: Antonio Morales

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Porque hoy hemos hablado de las grandes discotecas de Puertollano. Discotecas con todas las letras y todas las dimensiones.

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Discotecas cuya historia tiene forma de tríptico, como las sagas Impala-Cadillac-Ópera, en la calle Numancia, o Ken-Kentia-Trazos, otra trilogía con salida al Paseo El Bosque.

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O Positzen, que fue la primera, en plena Gran Capitán. O no muy lejos de allí, la sala Anabel, que después fue Nikkei y ahora Nereah. Definitivamente, la noche en Puertollano se vivía en tres actos

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Discotecas y habría que hablar también de Nausicaa o de Drag, que en Puertollano tuvieron su edad de oro en los 70, aunque algunas todavía perduraron una década más. Después llegó una miríada de discobares, más pequeños, más canallas, más adaptados a abrir todos los días. Pero esos grandes elefantes se resistieron a desaparecer, y antes de emprender camino al cementerio de los días convivieron con las nuevas salas en el tiempo. Un tiempo. Y qué tiempo

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Hoy mucha gente las recuerda. Antonio Morales pinchó en muchas de estas salas. También Diego Rodríguez. Los King Boys , pueden verlos en la foto, tocaron muchas veces en Drag. La "Mode" lo hizo en Cadillac, o quizá aún era el Impala. O tal vez ya era Ópera. Una sala que continuó abriendo sus puertas para fiestas de carnaval, bodas, desfiles o cotillones de fin de año. Y para una sesión especial "Acid House"... bastante inolvidable

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Su láser recorre la memoria colectiva de varias generaciones. Lejos quedan los tiempos en que las tribus urbanas repetían aquello de "Hortera, el Impala te espera"