Hoy por Hoy
Sociedad

Diario de un confinado a destiempo

He dado positivo por COVID y he pasado los últimos días aislado en una habitación. Me he puesto a tomar notas y esto es lo que salió: algo que no es exactamente ni un dietario ni una crónica de la semana

José Luis Sastre, en el estudio principal de la Cadena SER / SER

DOMINGO, 13

Madrid

El aniversario del confinamiento -dos años del primer estado de alarma- lo voy a pasar confinado por COVID. Se me ocurrían unas cuantas ironías pero he leído que Carrére le ha quitado las frases socarronas a su crónica desde Moscú porque la situación no soporta frases socarronas, dice. Señal de que la situación es una mierda, entonces, si ya ni siquiera nos queda eso después de una crisis, una pandemia y una guerra en una secuencia que nos fue desabasteciendo de las cosas: de dinero, de papel higiénico, de aceite de girasol y ahora de leche y de mala leche. Lo único que nos va a quedar en ese caso será el miedo y el miedo no es ninguna herencia decente para los que vengan.

Es un domingo de sol y de la calle llega el ruido de los petardos, porque son fallas y la gente tiene ganas de celebrar lo que lleva tiempo sin poder celebrar, que si no hemos salido mejores igual sea porque aún estamos saliendo. Hay que apresurarse: la época nos enseña que las cosas siempre pueden complicarse un poco más.

Estoy encerrado en la habitación del niño, que tiene una terraza interior, y en mi nueva mesilla hay un globo del mundo y un libro de la Pandilla Paloma. Ojalá sirva de algo. Hemos traído unos walkie talkies para comunicarnos en casa. Cambio. Igual es el aniversario o el aislamiento, o el dolor de cabeza, pero me han vuelto aquellas sensaciones de hace un par de años cuando dijimos que nada sería igual para que todo volviera a ser como era: las prioridades, el desasosiego, la vida que llevamos. En eso han publicado más imágenes de Ucrania y las mismas ideas a las que yo acababa de dar un sentido toman de pronto otro, que te ponen más en tu sitio.

Leo algo. Ahora tendrás tiempo para los libros y las películas, me han dicho, e intento no agobiarme con lo que dicen que podré hacer y sé que no tendré tiempo. Termino ‘Adesso tocca a me’, sobre el atentado contra el juez antimafia Paolo Borsellino. Y anoto una frase: “Quien tiene miedo muere a diario, quien no lo tiene muere sólo una vez”.

En la radio está jugando el Barça. Y gana. Paracetamol y una valeriana. Sueño destemplado.

LUNES, 14

Se llama ansiedad, pese a que nunca la llamo así porque así imagino que no es un problema. He pensado en las cosas que quería hacer y no haré y me ha faltado el aire. A veces creo que el tiempo se tiene que traducir en resultados concretos, lo que es una gilipollez: eso reduciría la vida a un balance de resultados y, en realidad, no hay tanto tan importante. Ni siquiera la vanidad. Da igual. Ando en círculos por la terraza, que es pequeña, y suspiro. Lo llamo descompresión porque así imagino que mi cuerpo, al sacar aire, mejorará solo. Me engaño de esa manera: sospecho que si suelto un poco, aunque me oprima, luego podré con más.

Un amigo me ha escrito qué tal, cómo vas, y yo le he dicho lo que a los demás. Que bien, dolor de cabeza y de garganta y, como a los demás, le he puesto un tú qué tal. Me ha contestado: “Menos estrés y buenos planes”. Y he pensado: eso es. La pregunta es cómo hacerlo.

Me asomo a la terraza pero el cielo, las paredes y las cosas se han puesto de color naranja y no sé si es por el efecto de mis pastillas o porque hemos pasado a vivir en las páginas sepia de un suplemento económico, para que nadie se olvide de la inflación. Eso o es que, ya muerto, he llegado a Comala. Entro a la habitación para ver qué pasa -entro para ver qué es lo que pasa fuera: el tiempo se ha vuelto así- y veo imágenes de Murcia y de Almería en pleno apocalipsis. Si las metáforas empiezan a resultar tan evidentes dejará de hacernos falta la literatura y sin ironías ni literaturas no se construye una civilización seria. Puede que eso sea lo que anden buscando. Antes de acostarme, veo este tuit de un medio: “Pastillas de yodo en caso de catástrofe nuclear. ¿Valen las de la farmacia? ¿Qué riesgos entraña su uso?”. Cierro tuiter. Cierro el teléfono. Intento cerrar los ojos. Tos y aturdimiento. Menos síntomas.

MARTES, 15

Enciendo la luz. Pienso en el megavatio. Enciendo la caldera. Pienso en Ana Botín. Intento pensar menos y dejar la mente en blanco pero eso me lleva a los detenidos en Moscú porque enseñaron un folio sin nada. Hay regímenes a los que les resulta subversivo un cartel vacío. Pienso en Orwell. Luego en Putin.

Oigo en la radio que hay más detenidos y más heridos y que EEUU dice que China está por apoyar a Rusia. Me acuerdo del yodo, pero no sé precios. Me acuerdo en realidad de un concepto que repiten algunas crónicas: doomscrolling, una especie de adicción a las malas noticias que atribuyen a la pandemia. Pienso si tengo de eso y lo dejo en que tengo adicción por las noticias, porque al escuchar menos la radio y ver menos las redes noto que me estoy perdiendo episodios muy importantes que mañana nadie recordará. ¿Somos adictos a las malas noticias o es que las noticias llevan tiempo siendo sobre todo malas?

He hecho una siesta a deshora y luego he visto Múnich (en Netflix) y he buscado información de Chamberlain (en Wikipedia). La película me ha hecho ver de otra manera el papel de Chamberlain –el primer ministro británico que negoció con Hitler en la creencia de que así evitaría la guerra–. Hizo mal en fiarse, pero la opinión pública del momento le agradeció que trajera la paz por mucho que algunos ya sabían que era falsa. Son complicados los juicios históricos. Hace unos días, y por otra razón, Leila Guerriero escribió: “Entender es una tarea noble, y justificar es un oficio rastrero”.

MIÉRCOLES, 16

La cabeza parece estar en su sitio. También la rutina: en la radio dan la sesión de control y los diputados repiten letanías de antes, cuando no había guerra ni escalada de precios ni polvo en suspensión. Abascal, que ve fundamentalismos en los demás, ha dicho algo de un “fundamentalismo verde”. Luego, en Madrid, un consejero ha empezado a mirar al suelo buscando pobres. Como no los ha visto tirados por allí ha dicho que no los hay. Todo eso lo ha hecho sin ningún rubor, de la manera más natural. Ya más tarde, en un mitin, Feijóo ha proclamado: “Los españoles no llegamos a fin de mes”. Se descarta que él lo haya dicho por Ayuso. Se ve que lo ha dicho por el dinero.

En verdad, el día había empezado con frases que habitaban sus propias realidades. La culpa es de Jabois, que tuiteó una portada imbatible del Hola donde se ve decir a Paloma Cuevas: “Yo creo que la felicidad es una opción de vida y yo he optado por ser feliz”. Hemos empezado a tirar del hilo que dejaban los titulares de la portada pero él, que es mayor y sabe más, ha ido a parar a una declaración antigua de Pitita muy acorde con la semana: “A mucha gente no le conviene que llegue el apocalipsis”. Uno no puede vivir de espaldas a frases como esa, porque eso sería quedarse a medias en todo. Jabois sostiene que, antes incluso que la de Pitita, en el escalafón de las citas célebres figura una que dicen que dijo otra Abascal, Adriana en este caso: “Por fin me caso por amor”.

Pienso en frases, igual que Rajoy. Estoy saboreando la más buscada por los covidosos: ha sido como una gripe; un catarro fuerte.

JUEVES, 17

Clara mejora. Test negativo. Mantengo el aislamiento. He buscado protocolos y opiniones de los epidemiólogos sobre lo más conveniente y he tenido la misma sensación que cuando quieres diagnosticarte en Google: lo mismo crees que vivirás cien años que te ves al borde de la muerte.

Acabo ‘La noche de la verdad’ (Debate). Los editoriales y artículos que Albert Camus escribió en 'Combat' cuando aún no había terminado la II Guerra Mundial. Y me pregunto si hoy, con un conflicto en marcha en el suelo de Europa, habrá personas capaces de escribir con una lucidez que, décadas después, alumbren e impacten. En las peores horas, Camus dio con las palabras precisas en pasajes que parecen escritos ayer. “Un hombre a quien no se puede persuadir es un hombre que da miedo”. “Si bien el miedo en sí mismo no puede considerarse como una ciencia no cabe duda de que es, sin embargo, una técnica”. “Gobernar es coincidir tanto con la nación como con uno mismo”. O: “Hay lectores que nos preguntan por qué tomamos partido en el caso de España. Es que en algunos casos hay que tomar partido, y si Francia se ve hoy en la obligación de pelear contra el fascismo, tiene que hacerlo del todo o no hacerlo en absoluto”.

VIERNES, 18

Fuera llueve.

Escribí una lista con cosas que quería hacer pero no la encuentro: a veces el subconsciente sabe, motomami.

Sorteo de Champions y Europa Ligue.

Salta una alerta de la SER. “La OMS avisa de que aún estamos en medio de la pandemia: Seguimos muy lejos del final”.

Cuidaos mucho. Dejo de escribir y envío el diario. Cambio y cierro.