Luis Tosar: "No puede ser que el fútbol sea uno de los pilares fundamentales de la sociedad"
El actor protagoniza 'Código emperador', thriller político y de espionaje que inaugura el Festival de Málaga

El actor Luis Tosar, en la presentación de la 25 edición del Festival de Málaga. EFE/J.J.Guillén / J.J.Guillén (EFE)

Madrid
Luis Tosar y thriller es un género en sí mismo. El actor, ganador de tres Goya, es uno de los que mejor maneja los códigos de este tipo de películas que mezclan acción, intriga, tipos duros y tramas rocambolescas. Ahora se mete de lleno en las cloacas del poder en 'Código emperador', la cinta que dirige su amigo de la infancia Jorge Coira y que inaugura el Festival de Málaga al mismo tiempo que llega a los cines. El gallego interpreta a un agente de inteligencia que igual dirige misiones internacionales para salvaguardar la seguridad nacional que investiga o fabrica escándalos por encargo. Es un hombre gris, solitario y huraño entre habitaciones de videovigiancia, futbolistas, empresarios y operaciones extraoficiales. Hay espionaje, fuego amigo, chantaje a jueces... y muchas más referencias a casos reales que trazan un retrato desde el entretenimiento de un país donde la corrupción y las maniobras entre las élites campan a sus anchas.
¿En este caso has necesitado proceso de documentación o estabas puesto al día con todas las noticias de los últimos años?
Risas - Puesto al día con las noticias sí que estaba, luego me faltaba documentación interna, pero, por desgracia, no tuve tiempo de ponerme a investigar o hacer trabajo de campo porque venía del rodaje de otra película, de ‘Maixabel’. Pero los dos Jorges, Guerricaechavarría y Coira, habían hecho un buen trabajo y había algún contacto más o menos directo con el CNI que nos brindó buena información. Sobre todo para saber cómo se organizan internamente, cómo funcionan las células, el organigrama de actuación de las unidades especiales… Y luego se trataba de buscar las complejidades de este personaje, un tipo aparentemente gris por cuestione laborales, tiene que pasar desapercibido pero está sometido a una gran presión junto a una crisis personal que hace que pase por lugares muy complejos a lo largo de la historia.
Es un personaje muy solitario, muy huraño, que solo trabaja, eres como un anti James Bond muy de andar por casa
En todo momento hablamos de tener una clara intención de despojar a todo esto del glamour al que nos tiene acostumbrados el cine de espionaje de los últimos años. En las últimas décadas, ese cine ha sido más trepidante, con mucha más acción, con personajes con mucho encanto y muy cercano a superhéroes imbatibles. En el caso del personaje de Juan queríamos crear a alguien que fuera mínimamente reconocible para la sociedad española, que la gente pudiera creer que podría estar aquí al lado investigando y no fijarnos en él. No queríamos llegar a ser tampoco tan bizarros como algunas noticias que hemos leído en la prensa, cuando hablan de la Gürtel, de falsos curas, de destrucción de discos duros o cosas por el estilo. Es un mundo que parece ya casi de Mortadelo y Filemón, cosas que son tan bizarras que rozan lo ridículo, necesitábamos darle un poco de ‘charming’ al personaje y la película y que tuviese un encanto que nos remitiese al cine que nos ha gustado siempre y con el que crecimos, el cine de espionaje de los años 70 en el que los personajes eran menos héroes de acción y tenían más complejidades morales.
Por un lado es un agente que está en misiones de seguridad nacional pero los problemas vienen cuando cruza la línea, los encargos extra que lo enfrentan a dilemas
Ese es el tronco de la historia, contar a lo que se puede llegar a enfrentar alguien que creía que su vocación y todos sus esfuerzos están volcados en salvar la seguridad nacional, y luego buena parte de su trabajo está dedicado a salvar la reputación y el estatus quo de una serie de elementos del poder que no quieren que sus expedientes tengan turbulencias. En ese trabajo de fontanería se ve este tipo inmerso hasta que llega un momento en el que se plantea qué coño está haciendo ahí. Tiene una preparación como agente para altas cosas pero no está de acuerdo con cosas que está haciendo para un fin muy difuso y que no tiene nada que ver con lo que él creía.
Realmente el poder y los privilegios operan de forma transversal, empresarios, jueces y le metéis mano al fútbol, que es uno de los intocables, las élites se protegen entre ellas sin que habitualmente nos enteremos
Siempre me ha puesto un poco nervioso esta impunidad del mundo de fútbol respecto a otros deportes y con el resto del mundo. A los grandes clubes se les ha permitido durante años hacer básicamente de todo simplemente para salvaguardar el disfrute de la gente y del deporte nacional, que en este caso es el fútbol. Sí, mueve mucha gente, afición y dinero, pero coño no puede ser que sea uno de los pilares fundamentales de la sociedad. A menos a mi modo de ver, para alguien que sea muy futbolero seguramente esto que estoy diciendo será un pecado mortal. Pero entiendo que hay muchos otros deportes y, para empezar, seguro que son mucho más exigentes que el fútbol y están completamente denostados. Alrededor del fútbol se manejan muchas otras cosas que no tienen nada que ver con el deporte.
¿Cómo ha sido volver a trabajar con Jorge Coira, sois amigos desde el instituto y no habíais colaborado desde ’18 comidas’ en 2010? En la SER contaste que fue quien te ‘salvó’ de la fiesta de payasos de la que escapaste…
- Risas - Ha sido un reencuentro muy bonito. Evidentemente tenemos una vida extracinematográfica que compartimos, no solo nos vemos para trabajar por suerte. Es cierto que no coincidíamos de forma tan directa en un proyecto desde hace año y estar conectados tanto como en este. La magia surgió desde el primer momento, hacía 10 años que no nos sentábamos a hacer un análisis de guion, a charlar de estas cosas… de repente, te sales de tu familiaridad de amigos y te vuelves a sentar a trabajar y te sientes raro. Ah coño, es verdad, trabajamos juntos del vez en cuando. Pero enseguida empezó a surgir esa conexión, ese código establecido entre nosotros, que empezó desde muy jóvenes, en el instituto. Hay algo de inocencia recuperada también porque estábamos muy ilusionados, como críos empezando un nuevo proyecto.
¿Y al Luis Tosar ciudadano qué cuerpo se le queda cuando ve la película, hay una sensación entre desamparo, desconfianza y desafección con muchas instituciones?
Ahí no puedo ser imparcial porque me gustan tanto la política, la sigo tanto como espectador que me cuesta despegarme de eso. Me parece tan interesante todo lo que ocurre, las vueltas y revueltas que se pegan para determinadas cosas, los cambios de opinión, lo giros inesperados que hacen algunos representantes políticos que son difíciles de digerir, no puede ser que ayer dijeses eso y hoy esto… es un mundo que me fascina desde hace muchísimo tiempo. Pero es cierto que entiendo que viendo esta película la sensación de indignación por parte de los ciudadanos puede llegar a ser importante. Hacemos una ficción y cuando estamos a punto de sacarla, en la realidad están ocurriendo cosas muy similares y son igual de abyectas. Al final creo que ‘Códido emperador’ es un poco manual del usuario para entender cómo se pueden llegar a ciertas situaciones que luego la gente ve en los medios de comunicación como resultado. Quizás no pueden imaginar cómo ha sido el proceso y la película les arroje un poco de luz.
Esta semanas hemos tenido detectives, puñaladas, hay también mucho fuego amigo en la política de hoy ¿En el cine hay fuego amigo?
No, nosotros nos hacemos a veces daño involuntariamente, por ejemplo, intentando estrenar películas a la vez. Intentamos buscar una fecha todos, a veces confluimos demasiado, tenemos épocas en las que de repente todos estamos estrenando y seguramente deberíamos repartirnos más. Más fuego amigo es una cuestión de torpeza y de no tener a veces la visión de futuro o no saber planificar bien y pelearnos por el sitio. Pero creo que no es malintencionado, es una industria muy sana la nuestra aunque sea la mía y esté mal decirlo. Somos más sanos de lo que la gente pueda llegar a pensar.
También la película habla de forma lateral de la desinformación, de quien crea realmente el relato, no. En este caso el periodismo sale más o menos bien parado, pero forma parte de ese sistema de poder, ¿cómo ves el periodismo?
Totalmente, pero en la película hay un intento de, al menos, ya que están tan puteados en el mundo del periodismo en general, los periodistas, no digo los grandes grupos, pues cambiar la mirada. Es una profesión en la que habéis sufrido mucho en los últimos años y es una profesión que, supongo por desgracia, seguirá no sabemos cómo ni hasta cuándo, pero la precarización no solo laboral, sino ética y moral campa a sus anchas en los últimos años. La intención de ‘Código emperador’ era romper una lanza a favor de un periodismo que todavía existe pero que cada vez lo tiene más complicado para ejecutar su labor. Es una labor de arrojo de transparencia, de investigación profunda, de encontrar el por qué de las cosas y dilucidar bien quienes son los culpables o no de las cosas que nos ocurren. Es cierto también que hay una buena parte del periodismo que ahora está asentado en la pura invención, en la propagación directamente de mentiras. Es otro mal de nuestro tiempo.
Estrenas dos películas en Málaga, ‘Código emperador’ y ‘Canallas’, has rodado la primera película de Juan Diego Botto como director con Penélope Cruz, tiene por ahí una serie… Con tu posición y tu nombre en la industria, ¿puedes elegir proyectos y, lo más importante, parar si quieres un tiempo? ¿O se vive con miedo a que se olviden de ti?
Alguna vez he parado de manera más o menos voluntaria, de decir voy a tomarme un tiempillo, y no es tan fácil. Especialmente ahora que todo va tan rápido y las cosas cambian a tal velocidad que cada vez uno tiene más miedo a exponerse al olvido y al abandono. Y cuando tienes hijos, más todavía. Uno no puede dejar de currar por si los planes no salen bien. Es una industria muy voluble en ese sentido, un día las cosas están y al día siguiente, no. Entonces uno se va haciendo más conservador, te dices, voy a amarrar esto, no voy a despegarme, para no llevarme algún susto, que ya me lo he llevado alguna vez, y de repente te pasas casi un año sabático no por intención. Uno elige hasta cierto punto.
Ahora que hablas de la velocidad, ¿tienes la sensación de que ahora pocas películas permanecen, de que todo se consume si ninguna digestión?
Yo es que consumo muy poco, por una cuestión de tiempo y porque no tengo ese hambre voraz de consumir cosas todo el rato que tiene mucha gente. Todo es muy efímero ahora, cada vez más, se ha instalado un hambre en el público de consumir y consumir que parece que hay que hacer una especie de maratón para consumir todo lo que están sacando, sobre todo las plataformas que emite contenido continuamente. La forma de ver las series, por ejemplo, ya no tiene nada que ver en cómo era cuando yo era joven, cuando tú esperabas una semana para ver un episodio. Hoy eso es impensable, nada te va a esperar una semana, no te esperan ni un día para ver el siguiente episodio. Soy incapaz de asumir toda esa información, no puedo empaparme una serie así del tirón, no tengo esa capacidad cerebral y emocional, y además que no me interesan tampoco tanto las cosas que se hacen. Nada me parece tan absolutamente genial para comérmelo, y eso que me encuentro con gente que todo le parece maravilloso. Joder no, todo maravilloso no puede ser, que las obras maestras ahora salen así debajo de las piedras.

José M. Romero
Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...




