Igor, un ucraniano que sigue en Járkov: "Hemos sufrido mucho, pero debemos seguir aquí, los que quieren destruirnos siempre acaban desapareciendo"
Igor no contempla abandonar su ciudad, Járkov, a pesar de que es uno de los puntos más estratégicos para Vladímir Putin
Igor, ucraniano que sigue en Járkov: "Podría irme al oeste o a Polonia, pero no quiero, confío en Dios"
Madrid
Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, ha sido una de las más castigadas por la ofensiva rusa. Es uno de los puntos más estratégicos para el Kremlin para completar su invasión, ya que está situada a tan solo 30 kilómetros a la frontera con Rusia y, por ello, fue uno de los primeros objetivos de las tropas de Vladímir Putin, que la han bombardeado constantemente tanto por tierra como por aire. Igor, de 63 años, es uno de los ucranianos que todavía sigue allí, para quien abandonar su casa no es una opción. "Podría irme al oeste o a Polonia, pero no quiero, confío en Dios", dice. "Si yo no estuviera aquí, ¿quién contaría todo esto?, este es mi frente informativo", añade.
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El pueblo ucraniano se ha convertido en todo un ejemplo de resistencia. Járkov, en concreto, ha sido uno de los lugares más disputados entre rusos y ucranianos, donde ha habido duros enfrentamientos por tomar el control de la ciudad. A día de hoy, Igor cuenta que la resistencia ucraniana es "muy fuerte" y las tropas rusas se encuentran a unos 15 kilómetros de la ciudad. "No pueden entrar en la ciudad, lo intentaron, pero nuestra defensa territorial acabó con ellos. No hay grupos subversivos en Járkov", ha explicado Igor. "Sin los bombardeos viviríamos con más o menos normalidad", sentencia.
"Sin los bombardeos viviríamos con más o menos normalidad"
Ucrania es un pueblo fuerte y unido. "Eso es lo que no comprende Putin", señala Igor, quien ha detallado que a lo largo de la historia, Ucrania ha estado bajo el control de por lo menos diez imperios o estados: "Hemos sufrido mucho, pero es nuestro destino y debemos vivir aquí, los que quieren poseernos acaban destruyéndose y desapareciendo del mapa, pero nosotros seguimos", señala.
Cuando llegan los bombardeos, Igor ha explicado que a veces bajan al sótano de un vecino, pero como viven en la planta quinta "es bastante difícil", por lo que normalmente se quedan en su casa. Cuenta que se han habituado a la situación, a la dura realidad de vivir bajo las alarmas antiaéreas. De igual modo, para refugiarse, el ucraniano cuenta que lee mucho y ve la televisión, aunque, confiesa, a veces el ánimo "está un poco abatido".