Así recibe Italia a los refugiados ucranianos
Joan Solés conversa con una familia huida de la guerra y que ha recibido la atención de las autoridades italianas desde que Viki y su abuela Tania llegaron al país.
Roma
"¿Cuándo volveremos a nuestra casa?" -pregunta Viky, de 4 años, a su abuela Tania, de profesión economista. La pequeña, que canta indistintamente en ucraniano y en ruso aprendido en el parvulario, se revela. No entiende el italiano que hablamos, Roma no es su ciudad, aquí no están sus amigos, ella pide ir a su escuela. Su casa en un barrio residencial de Kiev estaba a 700 metros del aeropuerto Hostomel, atacado el primer día de guerra por las fuerzas de ocupación rusas.
"Nos despertamos con un espantoso bombardeo -explica Tania. Habíamos esperado que sucediera algo, habíamos oído que Putin empezaba una guerra para liberarnos... no sé de qué. Hicimos la maleta y huimos hacia la frontera de Eslovaquia". Está preocupada por su hijo, incorporado a la defensa militar. "Y por su mujer, y otro hijo, por mi hermana, mis hermanos, mi madre, mi yerno... -añade- porque no han querido salir del país". La prioridad era salvar y alejar del terror a la más pequeña de la familia.
Los voluntarios eslovacos atendieron a la abuela y a la nieta, que esperaron a que todo terminara en unos días. No fue así. Las trasladaron a Bratislava. La guerra siguió interminable. Tania, que habla un poco italiano, optó por trasladarse a Roma. "Alguien pagó nuestros billetes, creo que fueron unos americanos, porque no teníamos dinero" -relata.
La policía de fronteras italiana verificó el parentesco y de inmediato les concedió un visado de tres meses. El CAS (Centro de acogida extraordinaria) y el SAI (Sistema de acogida e integración) han gestionado en las tres primeras semanas de guerra 47.153 entradas de ucranianos, de ellos 19.069 menores de edad. Italia les ofrece permiso de residencia temporal, de trabajo, asistencia sanitaria y escolarización en un único trámite. Se trata de la presentación en cualquier comisaría de policía de un formulario de solicitud, que puede descargarse de internet.
Tania y Viky fueron alojados cerca del parque de Villa Borghese de Roma, en la vivienda de un voluntario.
-"Un hombre bueno -asegura Tania. Nos ha dado vestidos, dinero... Se llama Alex. Pero ni siquiera sé su apellido" -añade.