El 'efecto Xavi' derrumba el Santiago Bernabéu
Tras la gran noche del Real Madrid ante el PSG, el Barça firma su mejor actuación con Xavi Hernández al mando ante su mayor rival (0-4)
Era difícilmente imaginable en un Clásico con tan pocos alicientes, pero Xavi consiguió convertir a los que dudaban en creyentes. El Real Madrid sufre una humillante derrota ante un gran FC Barcelona, haciendo de este encuentro el famoso punto de inflexión que tanto buscaba el club desde hace tiempo.
Xavi recupera las grandes noches azulgranas
Quizás fuese por lo descafeinado que se presentaba el choque en materia clasificatoria o porque ninguno jugaba con los colores que han marcado su rivalidad, pero el Clásico comenzó con un ambiente raro, tanto como ver a Modric como el delantero del Real Madrid. Pese a que los de Carlo Ancelotti comenzasen enrabietados, con una presión tan inédita como el negro predominante en su camiseta, el Barça de Xavi tardó poco en demostrar que habían visitado la casa de su eterno rival para conseguir su ansiado punto de inflexión.
Con la ayuda de un desacertado Dani Carvajal, los culés consiguieron incomodar a un Madrid que habría comenzado por detrás si no fuese por el acierto (un día más) de Thibaut Courtois. Entre tanta rareza, no estaba de más ver cumplir al funcionario de la portería: le llegan, él las para y abandona su puesto hasta el próximo día.
Aunque el guardameta belga podría haber menguado la moral de sus rivales, poco tardó en comenzar una de sus noches más dolorosas como madridista ante este Barça que tiene tanta personalidad como tenía Xavi Hernández cuando estaba en activo. Poco a poco, mediante el balón y atacando los laterales del Real Madrid, los culés consiguieron hacerse con el control del partido. En una de las muchas arrancadas que estuvo intentando Dembélé, consiguió dejar a Nacho por el camino para centrar libre de marca, encontrando a Aubemayang para poner el primero del partido.
El show de Dembélé, con un arranque de furia del Madrid que acabó en nada ejerciendo de espectáculo de entretiempo, no había acabado. Tras una nueva jugada individual brillante, forzó un córner del que se encargó él mismo. Desde allí, preciso como cuando a su talento le apetece aparecer, sirvió en bandeja a Araújo el 0-2. El Madrid ya había besado la lona a base de mosquitazos y el partido no había llegado al descanso.
El Bernabéu quería una remontada y los cambios de Ancelotti iban en la misma dirección. Pese a ello, la única vuelta que quería el Barça es la de sus tiempos más gloriosos. Dos zarpazos en los primeros minutos de la segunda mitad tiraron por tierra todos los intentos infructuosos de la remontada: sendos errores en defensa del Madrid supusieron que Aubameyang se desatase asistiendo primero y marcando después. El marcador, en el 51, era tan claro como contundente: 0-4 y la certeza de que solo un equipo había entendido que Clásicos descafeinados, los justos.
Mientras que se alargaba la agonía madridista, el Barça bajó una marcha su velocidad para hacer un gran rondo en el Bernabéu, pero teniendo siempre claro que el quinto era un objetivo muy goloso como para ignorarlo. Por suerte para el Madrid (quizás lo único que salió bien para los de Ancelotti), no llegó ante un Barça que, aunque este dando sus primeros pasos con Xavi, ya tiene su gran noche ante su máximo rival.