El eco de la vida

Un niño, que paseaba con su padre por la montaña, tropezó y se cayó:

- ¡Ayyyy! – Gritó el niño.

Una voz lejana repitió el grito:

- ¡Ayyyy! ¡Ayyyy! ¡Ayyy!

- ¿Quién anda ahí? – Preguntó el niño asustado.

- ¿Quién anda ahí? Ahí… ahí… - Repitió la voz.

- ¡Cobarde! – Gritó el niño enfadado.

- Cobarde… cobarde… cobarde… -Repitió la voz.

- Papá, ¿Qué está pasando? ¿Quién me está insultando? – Preguntó el niño a su padre.

- Te quiero mucho – Gritó el padre sonriendo.

- Te quiero mucho… mucho… mucho… - Repitió la voz.

El padre le explicó a su hijo que se trataba del eco. El eco repite todo aquello que decimos. El eco es como la vida. La vida nos devuelve todo lo que le damos. Si tratamos a los demás con cariño, recibimos cariño. Si damos desprecio, recibimos desprecio. Así que, si queremos ser felices, lo primero que tendremos que hacer es hacer felices a quienes nos rodean.

Y el padre y el hijo siguieron caminando por la montaña.

Y ya estamos en la recta final de marzo, un mes, que, como buena piscis, adoro. Ya acumulo un año más de experiencia y espero poder seguir acumulando muchos más. Este finde ha venido cargado de celebraciones: aniversario de boda, cumpleaños, llegada de la primavera… Y ahora, ya podemos decir que empieza la cuenta atrás, en un mes justo estamos cantando nuestro querido Himno. Así que, a cuidar nuestras voces, yo la primera, y a disfrutar de la Primavera.