Imanol Uribe: "El papel del gobierno español fue lamentable en la matanza de jesuitas en El Salvador"
El director vasco presenta en Málaga 'Llegaron de noche', un thriller sobre el asesinato de los jesuitas españoles en 1989 y las maniobras de EEUU para culpar a la guerrilla comunista y no al ejército
Málaga
Imanol Uribe ha forjado su cine en contar las consecuencias de la violencia. Lo hizo desde sus inicios con El proceso de Burgos, La fuga de Segovia o La muerte de Mikel, donde contaba las heridas de la violencia en la sociedad vasca. En su última película regresa a El Salvador, país donde nació, para revisar uno de los suceso más trágicos para los españoles, el asesinato de un grupo de seis Jesuitas liderados por el padre Ignacio Ellacuría en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Llegaron de noche es un thriller sobre el drama de la única testigo de aquellos hechos que ha presentado en el Festival de Málaga.
"Tengo unos antecedentes que podían hacer prever que yo me interesara por ello. nací en El Salvador, estudié con los jesuitas, conocí a Ellacuría en unas Conversaciones en Salamanca. La matanza me pilló localizando una serie en latinoamérica y ya no pudimos ni entrar en El Salvador. Aquello me impactó muchísimo. En 2006 leí una columna de Mauricio Vicent en El País sobre una novela que se llamaba Noviembre sobre aquello. Le presentamos la novela Juan José Tamayo, Almudena Grandes y yo", explica Uribe en una entrevista en la Cadena SER, donde la película compite en sección oficial.
"En un principio la idea era adaptar la novela, pero era abarcar demasiado y me quedé con lo que más me interesaba, la historia de Lucía, la única testigo que presenció de manera fortuita el asesinato. Vio que no era la guerrilla, sino el ejército y eso le cambió la vida hasta hoy", añade el director. Juana Acosta es la protagonista, esa testigo, una señora de la limpieza de la universidad que vivía con los curas junto a su marido y su hija. Karra Elejalde es Ignacio Ellacuría, filósofo y teólogo vasco, y Carmelo Gómez, el padre Tojeira, que todavía hoy vive. El personaje es todo un revulsivo en estos tiempos que corren de fake news y de manipulación, donde su obsesión es decir la verdad, que contrasta con la verdad fabricada de los norteamericanos y el ejército salvadoreño.
Uribe ha sido una rara avis en el cine español, indagando en recovecos de una España llena de aristas. Fue de los primeros en hablar de inmigración en Bwana, película protagonizada por Andrés Pajares y María Barranco. Con Llegaron de noche no ha conseguido rodar en El Salvador; sino en Colombia, pero pudo acercarse a la testigo. Desde ella cuenta la historia, a través de flashback durante los interrogatorios del FBI ya en Estados Unidos donde estuvo prácticamente secuestrada. El motivo es que reconoció haber visto al ejército en ese asalto, pero el gobierno quiso montar una operación para culpabilizar a la guerrilla del FMLM.
La testigo sigue alejada de El Salvador. "Volvió solo para un viaje relámpago por una herencia. Creo que ni pueden ni deben. Ahora se ha reabierto el caso en El Salvador y se ha emitido una orden de detención contra Cristiani para que acuda al juicio. No me parece que sea un momento para volver", pone en contexto Uribe. La película habla de la diplomacia, de la injerencia americana en América Latina en los años ochenta y de cómo hacer la revolución. "El guion era más amplio, pero siempre pasa que hay que recortar. Se ha dejado fuera por ejemplo, la reacción de Roma, con Juan Pablo II y el papel del gobierno español fue bastante lamentable. Tuvo un comportamiento el embajador incorrecto, para ser suaves. Se desentendió del asunto y afortunadamente estaba allí el enviado de Mitterrand para la zona y los franceses en este caso asumieron las consecuencias".
Los jesuitas españoles ya habían recibido varios golpes en la zona, pero la matanza en 1989 fue un duro golpe. "Era un grupo muy prestigioso, el de los filósofos con la figura de Ellacuría, eran exponentes de la Teoría de la Liberación en Latinoamericana. Estaban apostando por la paz, querían negociar y había muchos intereses creados, el gobierno americano financiaba al ejército salvadoreño y había muchos intereses para mucha gente. El ejército salvadoreño decidió matarlos acusándolos de comunistas, como siempre pasa en estos casos", cuenta Uribe que dice que volver a El Salvador a preparar la historia le ha acercado de nuevo a su época de juventud. "Conecta de alguna manera con mi juventud y mi admiración por este grupo de teólogos. Hay varias Iglesias, está el aparato y los que daban el callo, como ellos. Rememoré cosas en ese sentido, ese comportamiento de un sector de los jesuitas".
Con un pin de la bandera de Ucrania, Uribe insiste en que cree que el mundo suele repetir los mismos errores. "El mundo en general, desde la prehistoria nos comportamos cíclicamente reproduciendo errores, como ahora con Putin y Ucrania. Hay alguna secuencia en la película en la que vemos a gente huyendo con banderas blancas de un conflicto armado. La historia tiene ciclos y da miedo, porque estamos volviendo a la época del telón de acero".
El director de películas como Días contados o La muerte de Mikel tiene la memoria sobre la violencia como uno de los ejes centrales de su cine. "Creo que todavía hay que hacer muchas más películas sobre ese tema. Fíjate los americanos las películas que han hecho sobre Vietnam. En España es un tema que nos ha afectado tanto que tendrán que salir más. Me ha fascinado Maixabel, llamé a Icíar Bollaín para decírselo, me parece que es un trabajo valiente. Me parece necesario sacar el pus de la vida e ir sacando proyectos".
El mérito de Uribe es haber hablado de ellos en caliente, lo que ha dotado a sus películas, con las que ha ganado dos veces la Concha de Oro en San Sebastián, casi de un retrato de urgencia de la sociedad española del momento, metiendo el dedo en la llaga en diferentes ambientes. "Curiosamente lo he metido a través de historias particulares y no generalizando. Yo creo que faltan muchas esquinas de esa historia", insiste en la necesidad de seguir contándonos sin tapujos. En su cine hay también una relación con la memoria: "Lo único que ayuda a pasar página es el tiempo. Se necesita mucho tiempo. En el caso de Llegaron de noche esa película cinco años después de los hechos no se hubiera podido hacer. Con el conflicto vasco hace falta tiempo y distancia".