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Aguas subterráneas, hacer visible lo invisible

Un tercio de la población mundial se abastece de aguas subterráneas y, en muchas zonas es la única fuente segura de recurso hídrico. El uso compartido con las aguas superficiales puede servir para paliar los efectos del cambio climático

Entrevista a Jaime Gómez Hernández, responsable del Grupo de Hidrogeología del Instituto IIAMA de la UPV

València

Cada 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua, que tiene como objetivo crear una mayor conciencia sobre la importancia de este recurso fundamental para el bienestar humano y los ecosistemas. Para recordar la relevancia de esta jornada, en Hoy por Hoy Locos por València hablamos con el responsable del Grupo de Hidrogeología del Instituto IIAMA de la Universitat Politècnica de València (UPV), Jaime Gómez Hernández.

Las aguas subterráneas son un elemento clave en el funcionamiento de muchos ecosistemas y la preservación de su biodiversidad. Este año, la Organización de Naciones Unidas, ha puesto este año el foco en las aguas subterráneas para trasladar a la sociedad el papel de éstas y la importancia de su protección.

Para el catedrático de Ingeniería Hidráulica de la UPV, es fundamental asegurar la sostenibilidad del recurso, tanto en lo que se refiere a la cantidad de agua disponible como a la calidad de la misma.

Hace muchos años que las aguas subterráneas forman parte del dominio público y su uso está regulado y requiere de los correspondientes permisos. La explotación de las aguas subterráneas al margen de esta regulación puede producir variaciones en el nivel freático que afecten muy negativamente el caudal de base de ríos y manantiales, o la biodiversidad de los ecosistemas de ribera, de los lagos y de los humedales, explica Gómez Hernández.

Las aguas subterráneas son un recurso muy vulnerable y frágil a cualquier acción externa, y resulta muy difícil revertir cualquier afección: debemos aplicar el principio de prevención y protección, así como poner en valor las sinergias existentes entre las aguas subterráneas y las superficiales con los ecosistemas y su biodiversidad.

El Dr. Gómez Hernández recuerda que cuando entró en vigor la Directiva Marco del Agua (DMA) en el año 2000, entre sus prioridades estaban afrontar la contaminación difusa de las aguas subterráneas o reducir la intrusión de agua salada, sin embargo, las actuaciones llevadas a cabo hasta ahora han demostrado ser insuficientes.

Las aguas subterráneas pueden jugar un papel crucial en la lucha contra el cambio climático. Su incorporación en una gestión integral de los recursos hídricos puede suponer disponer de agua durante periodos de sequía si, previamente, en los periodos húmedos, los acuíferos han sido recargados con el agua sobrante. Recarga que puede hacerse usando pozos de inyección, balsas de infiltración que retengan el agua de escorrentía o pequeñas presas en ríos efímeros. Este uso conjunto de las aguas superficiales y subterráneas, consideradas como parte de un único ciclo hidrológico puede servir para paliar los efectos del cambio climático. Pero, para poder llevar a cabo estas actuaciones es necesario un buen conocimiento de los acuíferos y la existencia de técnicos cualificados para tratarla.

En España, los acuíferos abarcan más del 70 % del territorio, suministran agua a más del 30% de la población, y se estima que, de su volumen total, entre 20.000 y 30.000 hectómetros cúbicos corresponden a recursos renovables anualmente. La importancia de las aguas subterráneas no es conocida por el gran público y en este contexto, Gómez Hernández aboga por promover la divulgación y concienciación acerca de la importancia de las aguas subterráneas.