El cine en la SER
Cine y TV | Ocio y cultura

Leonardo Sbaraglia: "Nos enseñan a estar a la altura de la mirada del otro, pero no a descubrirte y quererte"

El actor protagoniza 'Ámame', película de su compatriota Leonardo Brzezicki presentada en el Festival de Málaga en la que interpreta a un hombre perdido, caótico, frágil y herido en una búsqueda consigo mismo

El actor Leonardo Sbariglia durante la presentación del largometraje 'Ámame', del director Leonardo Brzeziski, con la que participa en la Sección Oficial de la XXV edición del Festival de Cine de Málaga. EFE/Álvaro Cabrera / Álvaro Cabrera (EFE)

Málaga

Decía Pedro Almodóvar que llorar no es bonito en el cine. "Lo que mejor fotografía es la lágrima a punto de caer", bromeaba el director. Pocos actores saben transmitir tan bien con la mirada como Leonardo Sbaraglia, siempre con los ojos brillantes a punto de derramar esa lágrima. El actor argentino coincide con el manchego en que hay muchas formas de evocar esa fragilidad y emoción. "Para estar vulnerable ni siquiera necesitas el llanto, es otra cosa, es la incomodidad absoluta al ponerse frente a la cámara", explica en conversación con la Cadena SER en el Festival de Málaga donde presenta su nueva película, 'Ámame'. El título en España de la cinta de su compatriota Leonardo Brzezicki ya es toda una declaración de intenciones, un grito desesperado de un hombre a la deriva -en la cornisa dicen los argentinos- que busca un lugar a todas las maneras de amar.

Sbaraglia interpreta a un hombre perdido, caótico e impulsivo que acaba de salir de una relación con otro hombre y a su vez tiene una relación complicada y especial con su hija, fruto de una pareja anterior a la que da vida Eva Llorach. El actor armoniza la inquietud y desesperación de su rostro con un trabajo corporal que llevan al personaje a un auténtico tour de force vital acerca de cómo aprender a querer, cómo estar bien consigo mismo y cómo enfrentar el dolor y las heridas. Un hombre en crisis que, dice el actor, no sabe muy bien qué busca ni cómo gestionarlo, pero que conecta con un estado de ánimo actual, con la crisis del patriarcado y la falta de asideros en un mundo acelerado y atropellado para encarar las emociones.

‘Ámame’, el título de la película es ya toda una declaración de intenciones

Es un personaje que va a la búsqueda del algo pero ni él sabe que lo quiere. Realmente no sabe si es ‘Ámame’ o quiero amar, o quiero encontrarme con algo que no tengo, salir de esta ansiedad, de este infierno, o no querer enfrentarse al abismo y al vacío. Es interesante porque Santiago -el personaje- no puede quedarse quieto, no puede asumir esta cuestión que también está relacionada con los tiempos que estamos viviendo. Tenemos tantos estímulos que creemos que eso nos puede traer alguna felicidad. Por supuesto, que está buenísimo vivir y enfrentarse y chocarse contra la pared, y caerse y volver a levantarse, pero en el caso de esta película creo que es un hombre que no puede enfrentarse con su herida, que no puede enfrentarse con su abismo… Qué es las herida, qué es el infierno, qué es el dolor. Nosotros también somos nuestro dolor, si no asumimos eso incierto que no podemos nombrar, eso incierto que tiene que ver con algunas cosas que no nos podemos enfrentar, si no asumimos eso, no podemos avanzar. Eso es lo que descubre o eventualmente puede llegar a descubrir el personaje.

No sabemos afrontar eses dolor o esas situaciones porque no tenemos una educación o un aprendizaje emocional, y en el caso de los hombres, incluso más

Tal cual. Cuando descubro algo a los 50, y voy a cumplir 52, digo oh, oh, por qué ahora, por qué nadie te enseña esto, por qué nadie te enseña a quererte, a respetarse a uno mismo, a decir no. la mitología habla de eso, la idea de tirar al hombre y la mujer en medio de los lobos para defenderse a sí mismo, pero hay algo de la educación que no llega ahí. Todo el mundo te dice que lo más importante es caer bien, estar a la altura de lo que se espera de uno, que es importante estar ordenado y bien vestido, que es importante estar a la altura de la mirada del otro. Nos enseñan más a estar a la altura de un orden social pero nadie te dice que lo más importante es descubrirte, quererte, aprender a conocerse… Toda la educación pasa por otro lado, y no tengo nada en contra de la educación, bastante bien está la humanidad, probablemente mejor que hace 100 años y esperemos que vayamos a mejor. La cantidad de crisis a nivel social que estamos teniendo me parece que es súper importante. En Argentina estamos viviendo momentos de mucha crisis en relación al patriarcado, mucha crisis de valores normalizados o cuestiones que están entrando en crisis afortunadamente. Estoy hablando en mi caso en particular, ya ni siquiera de la película.

Leonardo Brzezicki ha hecho una película muy valiente y él sí ha logrado a través de la posibilidad poética del cine o como quieras llamarlo, exponer su herida, abrirse en canal, y eso es muy valioso. Yo para hacer mi personaje tuve que acercarme a algo que ese momento histórico, no lo puedo hacer desde mi patriarcado, sino desde un lugar en que me entren en crisis muchas cosas. Eso me parece muy interesante porque para actuar hay cosas que no puedes hacer si tú no las entiendes, no eres poroso o no te relajas para poder entrar en otro cuerpo. Es como si para entrar ahí el cuerpo que uno usa en la vida social hay que vencerlo antes, hay que ceder.

En muchos de tus papeles sabes ceder y darle a los personajes una fragilidad como hombre que no es habitual. Con todas las diferencias, recuerda a algo también del personaje de ‘Dolor y gloria’. Esa vulnerabilidad está ahí, ¿es difícil sacar eso, trabajar esa fragilidad?

En mi caso siempre he sido muy llorón, en ese sentido no es mucho de actuación, pero creo que va más allá. La verdadera vulnerabilidad es la que menos se ve, lo que yo siento, realmente para estar vulnerable ni siquiera es el llanto, es otra cosa, es la incomodidad absoluta al ponerse frente a la cámara. A veces el llanto y las lágrimas te pueden defender de algo, a eso me refiero, pero a veces es mucho más desnudo ni siquiera llorar. La fragilidad para mí más grande es estar desnudo con la incomodidad. Esa es la característica más grande del personaje.

También hay todo un trabajo corporal, la forma de moverte, de caminar… ¿cómo se prepara eso, en ensayos o surge en el propio rodaje al entrar al personaje?

Tuvimos un mes de ensayo completo, que eso no es habitual en cine. Pocas veces me pasado, aunque en Argentina se usa mucho ensayar. Como tenemos menos recursos, a mí me gusta mucho, esta película se filmó en cuatro semanas y media, es muy poquito teniendo en cuenta que es una película que no transcurre en una habitación, que tiene muchas localizaciones, tuvimos que ir a Río de Janeiro… Es una película de envergadura que necesitaba un despliegue en ese sentido. Ahí está la habilidad.

¿Y sobre los cuerpos?

El director tenía mucha claridad sobre lo que él quería, lo qué buscaba, y entonces ensayamos durante cuatro semanas todos los días. También con la que hace de mi hija, Miranda de la Serna, que es una hermosa actriz hija de Érica Rivas y Rodrigo de la Serna. Tiene como esa potencia y esa genialidad que tienen sus padres, es maravillosa, se parece a su madre y a la vez tiene esa fiereza del padre, esa cosa tan fogosa. Ensayamos mucho pero yo me decía, cómo es este personaje, no lo encontrábamos, íbamos pincelando las escenas y cuando arrancó el rodaje, teníamos el camino interno hecho. Pero yo el cuerpo del personaje lo encontré el primer día de rodaje, entendiendo la energía, la incomodidad y con la búsqueda de modelos de la vida real, a mí eso me gusta mucho, y por suerte lo pude encontrar. Cuando uno hace como si fuera una persona que existe, ahí lo puedes llenar de detalles. En ese cuerpo hay ansiedad, hay incomodidad, dolor, una herida que no para, que no puede resistir…

Como todos…

Claro, todos somos un poco Santiago. Hoy en día estamos tan entretenidos con todo, cada vez que uno está solo en lugar de ponerse a mirar el cielo, se pone con el móvil todo el rato. No puedes aburrirte, hay gente que se puede pasar mirando el teléfono y mirando nada ¿Qué hice? ¡Nada! No me informé, no se que pasa en el mundo, pero bueno… Yo tengo esperanza en la humanidad porque hay mucha gente buena en el mundo, pero, claro, en realidad la gente buena no es la que nos domina - Risas - Pero hay mucha gente buena que sigue peleando.