No habrá alergias intensas esta primavera, pero sí más afectados
En estos momentos en España hay 8 millones de personas alérgicas a pólenes. En un par de décadas, según la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), será la mitad de la población. El motivo: la contaminación y el cambio climático
Madrid
Las enfermedades alérgicas por pólenes afectan en nuestro país a más de ocho millones de personas, siete de los cuales son alérgicos a gramíneas seguidos en orden decreciente por alergia al olivo, arizónica, plátano de sombra, salsola y parietaria. En el centro peninsular los pólenes más frecuentes son los de gramíneas, olivo y arizónica.
Este año, debido a la falta de lluvias en el otoño y en el invierno, se prevé que esta primavera cuente con unos niveles de pólenes de gramíneas más bajos de lo habitual, lo que va contribuir a una disminución de los síntomas alérgicos en los pacientes. Aún así, los expertos recomiendan mantener el uso de las mascarillas que, en los dos últimos años, han conseguido reducir en un tercio la toma de medicación por parte de los pacientes.
Cambio climático
El cambio climático es una realidad incuestionable y uno de sus múltiples efectos es el aumento de las enfermedades alérgicas por pólenes debido a tres circunstancias: el aumento en la concentración, un mayor tiempo de exposición y, por último, una mayor agresividad de estos.
El aumento de la temperatura ocasionado por el cambio climático junto con los gases de efecto invernadero como el CO 2, actúan como fertilizante de las plantas contribuyendo al aumento en la producción de pólenes. “La subida de las temperaturas está adelantando el periodo de polinización y retrasando su finalización, incrementando así el ciclo de exposición a los pólenes”, explica Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la SEAIC.
Además, los contaminantes químicos alteran la estructura del polen haciendo que este genere proteínas denominadas de estrés como mecanismo de defensa, y como consecuencia, aumenta la agresividad de los pólenes. “Estas proteínas de estrés incrementan la agresividad del polen en las ciudades y en poblaciones que viven cerca de autopistas en comparación con los pólenes de zonas rurales sin contaminación. Por este motivo, en las ciudades se producen más casos de alergia a pesar de que la concentración de pólenes sea menor que en el campo. Los altos niveles de contaminación de las ciudades favorecen el fenómeno de inversión térmica que impide a los pólenes abandonar la atmósfera e incrementa el tiempo de exposición a ellos”, asegura.