Llamamiento de socorro
Todos aprendieron que el precio del carburante era básico para los 8.000 barcos de la flota pesquera. Es imposible no estar de acuerdo con su llamamiento de socorro
Llamamiento de socorro
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Madrid
Todos los periodistas españoles que trabajan o trabajaron en Bruselas, es decir, en la sede de la Unión Europea, se convirtieron en poco tiempo en expertos en pesca, por lo menos en cuotas de pesca de merluza y otras especies de los fríos mares del norte. Esa transformación en personas que en su inmensa mayoría no había visto nunca un pez vivo se producía con toda naturalidad, porque todos los años esos periodistas compartían varios días de negociaciones, hasta muy altas horas de la madrugada, en una desangelada sala del edificio de la Comisión, con los miembros de la delegación española encargada de los acuerdos de pesca. En esas negociaciones aprendieron su oficio muchos periodistas y jóvenes diplomáticos que ahora son embajadores o ministros, como el propio Luis Planas.
Cuando se llegaba a un pacto, los periodistas y los expertos lanzaban conjuntamente gritos de alivio, antes de buscar los teléfonos y anunciar la buena nueva. La negociación de la pesca era hace cuarenta años y es hoy una de las más importantes para España. Poco a poco, todos esos centenares periodistas y diplomáticos aprendieron a mirar su merluza o su bacalao con otros ojos: sabían ya la dificilísima vida que llevan los pescadores y aprendían cuánto costaba llenar cada cesta. Y todos aprendieron que el precio del carburante era básico para los 8.000 barcos de la flota pesquera. Es imposible no estar de acuerdo con su llamamiento de socorro.
Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...